No éramos demasiados – aunque tampoco éramos pocos, los que hace
apenas cinco años planteábamos que llegaría el día en que los llamados
“poderes fácticos”, cuando el actual régimen no fuera capaz de
satisfacer sus aspiraciones, lo dejarían caer o lo tumbarían, y con él a
la propia institución que durante los últimos 36 años ha tenido el
carácter de intocable.
Julio Anguita decía en mayo de 2007: ”Puede que mañana tengamos una
República de derechas y los nuestros irán como tontos con la banderita”.
Pues bien, como no creo que ninguno de nosotros tenga ganas de agitar
la banderita de una República de derechas como si fuera tonto, se hace
más urgente que nunca abordar con extrema audacia e inteligencia el
impulso de un proceso constituyente con capacidad de trascender, de
superar procesos endogámicos o repetitivos, de conectar con las más
vastas capas de la sociedad a través de los movimientos sociales. Y esto
no puede hacerse encerrados en las sedes, y tampoco mirando el futuro
republicano con unas gafas del siglo XX, al igual que nuestros
predecesores no lo hicieron con unas del siglo XIX. La República es
modernidad, cultura y radicalismo democrático, por lo que deberá beber
de las aguas que brotado de las experiencias que en ese sentido se han
producido a lo largo de la Historia.
El caso es que las previsiones ya se están cumpliendo y hasta un niño
podría percatarse de que esos poderes fácticos, que nada tienen que ver
con el régimen de partidos ni con el arco parlamentario - ni con la
democracia – ya están dando pasos. Unos pasos gigantes, precisos,
estridentes y demoledores que están dinamitando lo que queda de la
estructura del Estado y que avanzan, si nada lo impide, hacia la
instauración de una República presidencialista, neoliberal, conservadora
y con un fuerte aparato represivo.
La realidad es que en apenas 6 meses los llamados “mercados” se han
hecho con el control de la Constitución de 1978 y ahora desde un segundo
frente – el mediático – han comenzado el asalto a la Jefatura del
Estado. Las corruptelas de Urdangarín han facilitado la tarea, es
cierto, pero no es menos cierto que los chanchullos eran conocidos desde
hace más de cinco años y es ahora cuando están salpicando con su
indecencia la actualidad política y social.
En cuatro años la diferencia porcentual entre los partidarios de la
Monarquía y la República ha pasado del 47% al 12%, por lo que es
previsible que en un plazo muy corto de tiempo haya más republicanos que
monárquicos en España. La República está en camino, sólo queda por ver
si será impuesta desde arriba o constituida desde abajo. Por supuesto
dependerá en gran medida de la capacidad de respuesta – y de propuesta –
popular frente a lo que se está imponiendo. No es descabellado que en
determinado momento nos digan desde los medios del régimen que con
algunas reformas en la Constitución del 78 puede introducirse el modelo
Republicano y así todos contentos. No habría que tocar la mayor parte
del texto, ni la bandera, ni los símbolos, cumpliríamos los objetivos de
déficit, y seguro que incluso se conseguiría que algunos salieran como
tontos con la banderita. Si creyeramos que esto no es posible es que
estamos subestimando al adversario, y eso tampoco sería de ser demasiado
inteligentes.
Por tanto, ante el ataque sistemático por parte de los mercados y sus
capataces sólo hay una respuesta posible, y es la de la creación de un
Poder Constituyente que subvierta de manera democrática incluso las
propias instituciones del régimen. Es posible y lo demostraremos.
Fuente:http://javierparra.eu/?p=806
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