Las últimas elecciones en Rusia están
despertando pasiones entre los opinadores más variopintos, sobre todo, y
manda narices, han levantado una gran polvareda antisoviética, es
decir, anticomunista, pues no hay antisoviético que no sea
anticomunista. Este principio se cumple como una ley física, es
infalible, no se olviden de ello.
No voy a repasar aquí todo lo que se ha escrito sobre el asunto,
pero sí comentaré por encima algunos artículos especialmente
asquerosos, y creo que con ello se pueden hacer una idea.
Como ya sabrán, Rusia Unida ganó las elecciones con menos del 50% de
los votos, perdiendo muchos puntos con respecto a las anteriores
elecciones. Como primera fuerza de la oposición está el Partido
Comunista de la Federación Rusa, con casi el 20% de lo votos, doblando
sus anteriores resultados. El resto de partidos, incluyendo al títere
Rusia Justa, ese Pon que fabricaron para P(ut)in, se quedaron bastantes
puntos por detrás de los comunistas. También sabrán a estas alturas la
cantidad de denuncias de fraude realizadas tanto por los partidos
rusos como por organizaciones y gobiernos extranjeros. El Partido
Comunista denuncia que las artimañas putinianas han podido restarle
entre 10 y 15 puntos, no es ninguna tontería, y desde luego son los
principales perjudicados con diferencia y los que soportan una mayor
represión por parte de las autoridades.
Vamos ya con los artículos. Empezamos por Enrique Bayo, periodista
del diario Público, que el día después de las elecciones publica su
artículo El PC ruso sube, pero no es nostalgia totalitaria, en el que sostiene la tesis según la cual los votantes comunistas no son comunistas sino liberales :
“Ha sido precisamente la feroz represión de toda disidencia, el
control total sobre los medios de comunicación y la despótica
manipulación de todas las estructuras políticas y económicas del país,
en beneficio de la camarilla gobernante, lo que ha impulsado a los
electores a ejercer el único voto posible contra la omnipotencia de
Rusia Unida.”
“El resultado es paradójico, pues muchos de los liberales
pro-occidentales acaban votando al PCFR como único recurso para
oponerse al diktat putinista. Y muchísimos jóvenes, sin
nostalgia alguna por la sociedad soviética que jamás conocieron,
encuentran en el PCFR a la única formación que denuncia y combate, hoy
en día, la corrupción rampante, las crecientes desigualdades
sociales, la abismal pobreza de la inmensa mayoría para que la élite
goce de una riqueza obscena. Así que votan comunista porque no hay
otra forma de oponerse a Putin.”
Como el señor Bayo es el redactor en jefe del periódico
socialtraidor Público, todas las noticias sobre este tema tienen el
mismo enfoque. A saber, el robo de las elecciones se cometió contra los
liberales, ellos serían los perjudicados, además de los verdaderos
demócratas. Lo del voto comunista es algo así como una aparición. Los
comunistas no son comunistas. No es que los del PCFR sean
revisionistas, como afirman algunos. No, ni siquiera. El comunismo, y
ésta es la idea, no es nunca una opción posible para los trabajadores.
Los trabajadores jamás votarán comunista porque sean comunistas sino
por otras razones, en este caso porque no hay opción a Putin.
Claro que el amigo Bayo alimenta sus razonamientos a partir de la
basura que llega de organizaciones y partidos liberales rusos, que a
falta de un apoyo amplio de la población se hacen sus propias pajas
mentales. El liberalismo jamás cuajará en Rusia. Y lo intentaron con
ahínco, pero nada, no tienen nada que hacer. Si Bayo quisiera comprobar
la veracidad de su tesis solo tendría que ver los resultados de las
elecciones desde que los demócratas del socialismo de rostro humano y
los liberales amigos de Occidente destruyeron la Unión Soviética.
Enseguida se daría cuenta de que los comunistas son desde entonces la
principal fuerza de la oposición, y también sabría que al menos desde
el 96 ya habrían podido retomar el poder de no ser por el robo
descarado del que fueron víctimas. Y eso que tienen todo el aparato
mediático en su contra y carecen del apoyo de potencias extranjeras que
les den premios Sajarov y dinero. Los Bayos del mundo deberían
reflexionar un poco sobre ello, aunque sea en nombre de la objetividad
que exigen a otros con mucha frecuencia.
Pero si desde Público se niega la “nostalgia” por el comunismo, y en
cambio se afirma el deseo reprimido de los rusos por el liberalismo
occidental, desde Novosti se afirma todo lo contrario, los rusos se
pasarían la vida añorando a la Unión Soviética, una nostalgia que es
dañina pues impide a Rusia progresar como es debido por la senda del
buen liberalismo. Así lo dice el analista Lukiánov en su artículo El círculo vicioso de la nostalgia por la URSS:
“La nostalgia por el Estado perdido refleja, ante todo, la falta de
una alternativa conceptual a la formación político-social
desaparecida. La revolución anticomunista de comienzos de los 90,
ideada para reprobar el modelo soviético ante la sociedad de una vez
para todas, se ahogó muy pronto.
Primero, no había un sistema de argumentación coherente y
convincente, que se pudiera inculcar en la conciencia pública de una
manera paciente, profesional, sin contradicciones internas.
Resultó que no era tan fácil pintar una
imagen espantosa del pasado totalitario, desestimando los numerosos
logros de aquel periodo, porque esta propaganda es deficiente por
definición. Lo podemos observar hasta hoy, cuando en cualesquiera
disputas públicas la apología pro soviética resulta más ventajosa y
convincente que la demagogia antisoviética.”
No es que Lukiánov sea un comunista, al
contrario, es tan anticomunista como Bayo, pero sí es menos ingenuo, y
admite lo que es obvio, la destrucción de la cultura soviética
fracasó. Triunfó por un breve periodo de tiempo en el cual se
apresuraron a destruir la infraestructura comunista entre promesas de
un socialismo con música de violines jaleado y aplaudido por propios y
extraños. Pero subestimaron a la Unión Soviética y todo lo que se
construyó allí, que no fueron solo fábricas y granjas colectivas, con
toda la importancia que eso tiene. Lukiánov y otros anticomunistas como
él, se refieren a este fenómeno con desprecio, como si se tratase de
una mera emoción suscitada por glorias pasadas. Pero no es eso. En
Rusia, y en general en todo el campo socialista, solo podrá construirse
una alternativa si parte de la experiencia del comunismo soviético.
Así como aquí solo puede construirse una izquierda desde nuestra
honrosa historia antifascista, cosa que hasta los del PSOE han
entendido y utilizado con cinismo hasta la saciedad.
El odio hacia la Unión Soviética,
también el miedo que los burgueses siguen teniendo al comunismo, la
manipulación a la que nos someten en torno a la historia soviética y
otros factores, impiden a la mayoría de analistas, profesionales o no,
entender no ya lo que ocurre hoy, también, y esto es más importante, lo
que pudiera llegar a ocurrir. Y desde luego empezando por los amigos
izquierdistas, lo diré despacio, ustedes no tienen nada que hacer en
Rusia, exactamente igual que los liberales, y entre otras razones
precisamente porque son muy parecidos.
En Gara un tal Pablo González escribió un artículo titulado Derrota del pueblo ruso y pucherazo electoral del Kremlin. El artículo
parte de tesis, una vez más, liberales. Desprecia olímpicamente la
importancia de los comunistas, que ni siquiera nombra cuando fueron
ellos los más perjudicados, y como no podía ser de otra manera no
faltan lo que llamo “pinceladas anticomunistas”:
“La no renovación del discurso político
y la presencia de prácticamente las mismas caras en la vida política
desde hace ya diez años está minando toda la confianza en la clase
dirigente. Un pucherazo electoral no disimulado no hace más que echar
más leña al fuego. Las protestas contra los resultados han agravado
aún más la imagen del Kremlin, que ha hecho uso de los manuales de la
época soviética.”
A qué viene eso de los manuales
soviéticos. Lo mismo hasta se cree ingenioso cuando no es más que una
vulgaridad anticomunista que perpetran casi todos los medios cada vez
hablan de Rusia Unida. Y esto me lleva a otra equivocación muy común en
la izquierda anticomunista, pensar que Putin aprecia lo soviético
porque hace de vez en cuando gestos a la Unión Soviética. Y tiene
narices que esa sea una de las razones por las que le odian tanto
nuestros comeflores, ven a Putin como una especie de continuador del
“estalinismo”. Son imbéciles profesionales. De hecho Putin es tan
antisoviético como ellos, aunque no tanto como los liberales que apoyan
nuestros comeflores, esos lo son más, lo que pasa que llegados a un
límite no estamos como para hilar tan fino, a fin de cuentas todos
ellos son enemigos de los trabajadores como buenos anticomunistas que
son.
Esto último me lleva a la mayor basura que he leído en estos días escrita por un tal Bonnet y titulada Más allá del simulacro electoral.
Este buen hombre parte, como el resto,
de la idea liberal de democracia, pero rezuma anticomunismo por todos
los poros. A esta gente el odio le corroe las entrañas. Es de los que
insisten en comparar al putinismo con el periodo soviético:
“Sin duda no se equivoca, hasta tal
punto se ha reconstituido, al hilo de las elecciones de estos últimos
años, el aparato de fraude del periodo soviético.”
Del periodo soviético solo se recuperó
el himno, y ni siquiera, pues lo modificaron. Pero a esta gente le da
lo mismo, viven en sus ensoñaciones.
Atención:
“Pero más que el fraude, es sin duda el
control ejercido sobre el conjunto del abanico político el que impide
hablar de democracia en Rusia. En el transcurso de los años, las
reformas de las leyes electorales y las que rigen las organizaciones y
partidos han permitido eliminar todas las formaciones liberales y
demócratas.”
No hombre, es que no los quieren, y ustedes no se enteran. Sí existen partidos y organizaciones liberales.
Pero esto es ya de traca:
“De este modo, el Kremlin ha podido
escoger a sus oponentes y configurar a su gusto el paisaje político,
formado por el Partido Comunista (partido legal que ha obtenido el 19 %
de los votos), del que todo el mundo sabe que no llegará jamás al
poder y cuya oposición al Kremlin es de geometría variable; el LDPR de
Vladímir Shirinovsky (12 % de los votos), formación ultranacionalista
y xenófoba cuyos votos en el Parlamento se compran con facilidad y
que no ha amenazado nunca a Putin; y el partido Rusia Justa (13 % de
los votos), cuya creación favoreció el Kremlin para captar a los
electores definitivamente reacios a votar a Rusia Unida. Los otros dos
partidos que han participado en estas elecciones, de los que solo uno
puede considerarse realmente de oposición (Yábloko), no han superado
el umbral del 7 % de los votos necesario para obtener representación
parlamentaria.”
Este hombre no dice como el amigo Bayo
que los comunistas aumentaron en número de votos gracias a los
liberales pro occidentales, no. Ni tampoco dice que los comunistas se
aprovechen de la dañina nostalgia por la gloria soviética. Dice que los
comunistas son putinianos emboscados. Fíjense que recalca eso de que
es un “partido legal”, sospechen ustedes pues. Eso sí, cuando llega al
partido liberal y legal Yábloko no aplica el mismo énfasis.
Lo más gracioso es cuando afirma
refiriéndose a los comunistas que “todo el mundo sabe que no llegará
jamás al poder”. Yo desde aquí y en nombre de la ciencia me pregunto,
¿quién carajo es “todo el mundo”? Pues el anticomunismo feroz del amigo
Bonnet, eso es “todo el mundo”. Cuidado, yo no digo que el PCFR en
concreto vaya a tomar el poder, o que si lo toma vaya a ser a través de
las urnas. Pero no podemos ignorar el importante porcentaje de la
población que les apoya, sin contar lo que le roban (al amigo Bonnet
eso no le molesta, el piensa que solo roban a los insignificantes
liberales rusos), y desde luego es el partido mejor situado, el único
que puede echar a Putin y sus secuaces.
Sigue con sus despropósitos:
“Clasificado por Transparency
International como uno de los países más corruptos del mundo (figura
en el puesto 143 de un total de 183), a la altura de Uganda,
Bielorrusia y Azerbaiyán, de hecho la economía y la política de Rusia
están en manos de algunas decenas de hombres.”
La economía y la política de España
también están en manos de algunas decenas de hombres y mujeres. Lo
mismo que en Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Francia… esas cosas
ocurren en el capitalismo, no hace falta que nos lo venga a contar
Transparency Internacional. Desde luego, el tipo se quedó sin neuronas,
agotado de tanto pensar, después de escribir este artículo.
Y por fin aparece, ya tardaba, el concepto preferido por estos tunantes liberales, “clase media”:
“Este control absoluto del país explica
el creciente enfado de la opinión rusa, en particular por parte de
unas clases medias, urbanas y formadas, que habían apreciado en la
primera época de Putin la estabilización del país, el relanzamiento
económico y cierta esperanza de modernización. Aquellos avances han
desaparecido del horizonte y el futuro aparece taponado por una
burocracia corrupta que bloquea todo acceso a los cargos de
responsabilidad y a las riquezas. La desilusión es particularmente
pronunciada entre la juventud universitaria, que o bien trata de
emigrar al extranjero, o bien multiplica las críticas en las redes
sociales o en la gran plataforma de blogs del país, el Live-Journal
(también bloqueada estos últimos días).”
Urbanos, formados, universitarios,
jóvenes…dinámicos, aventureros, sofisticados… parece un anuncio de
Apple. Todo esta chusma liberal, sea de izquierdas o de derechas,
detesta profundamente a los obreros, hasta el punto de llegar a negar
su existencia. Rara vez los nombran, y si lo hacen suele ser para dar
lecciones magistrales. En Rusia la “clase media” no solo es pequeña,
también uno de los caladeros de Putin.
El artículo termina con unos párrafos
llenos de “pinceladas anticomunistas”. Nada que no se haya señalado ya.
Por cierto, ese artículo fue publicado en Viento Sur.
Parece pues que todos, sean putinianos, liberales de derechas o
izquierdas, trotskistas, comeflores… en fin, todos coinciden en su
anticomunismo a la hora de analizar los resultados de las elecciones en
Rusia y la realidad de su sociedad. Todos terminan por señalar de un
modo u otro su profundo odio por la Unión Soviética y su incondicional
apoyo a un liberalismo ruso raquítico y vendido a Occidente.
Hoy los comunistas se van a manifestar contra el fraude de las
elecciones. Como no son estúpidos ya se han dado cuenta de las
intenciones de la minúscula y vendida oposición liberal pro Occidente.
En mi opinión, eso no puede de ninguna manera condicionar las justas
reivindicaciones de los comunistas, que tendrán que calcular bien sus
movimientos, pues tan malo será que se callen ante Rusia Unida
tolerando que les roben los votos, como que la basura liberal se
justifique a través de los comunistas. La situación es delicada, pero
es la que hay. Tendrán que jugar bien sus cartas.