Recientemente conocimos la triste noticia del fallecimiento de Enrique Castells, el 25 de febrero, conocido por muchos como Juan del Turia, autor de la clásica recopilación de textos publicada en la colección Temática del Marxismo. Y aunque hayan pasado ya algunas semanas de este triste suceso, es importante que no caiga en el olvido las aportaciones del compañero fallecido. Este modesto recordatorio es también el testimonio de lo que significó el esfuerzo de Castells para tantos jóvenes inquietos, que nos ayudó a formarnos como revolucionarios en un momento en el cual muchos referentes llamados comunistas estaban renegando de su propia naturaleza y de sus ideas de igualdad social y solidaridad, para lanzarse en brazos de un vacío postmodernismo ideológico.
Enrique Castells nació en Valencia en el seno de una familia de militares. Siendo funcionario de hacienda, se produjo el golpe de Estado franquista el 18 de julio de 1936, y para combatir al fascismo se enroló en el Ejército Popular de la República, donde alcanzó el grado de oficial. Fue destinado al cuerpo de aviación en aeropuerto de Casinos. Allí se ocupaba de los aviones que los aviadores soviéticos utilizaban para enseñar a los aviadores republicanos. Como explica su hija Milagros Riera, «siempre nos contó la profunda admiración que sintió por esos hombres venidos de tan lejos para ayudar a nuestra República, lo hicieron con entusiasmo y valentía».
Enrique Castells fue también, como nos detalla su hija, un hombre con fuertes contradicciones personales e ideológicas aparentemente inconcebibles, que muchos desconocíamos: hombre de una fuerte fe católica y además muy practicante, era a la vez un comunista convencido y un defensor de los antiguos países socialistas. Paradójicamente, era seguidor ferviente de Lenin y Stalin, pero también de Cristo y la iglesia católica. Todas estas contradicciones ideológicas de Castells eran en realidad el reflejo de las contradicciones de la España de la época y de sus raíces familiares conservadoras. Sus ideas políticas se habían ido desarrollando durante la República y por el hecho de ser comunista había sufrido enfrentamientos durante esa época con muchos socialistas, incluso de su propia familia. Él nos explicaba precisamente que durante la República, los que odiaban de forma más visceral e irracional a los comunistas –incluso más que la derecha– eran la mayoría de socialistas, y siempre nos advertía que tuviéramos en cuenta este hecho.
Durante el franquismo fue depurado y expulsado de su trabajo por haber luchado en el bando del pueblo aunque años después se presentó nuevamente a las oposiciones y las superó, recuperando su plaza. En esa época se afilió al PSUC y cuando se produjo la ruptura con los eurocomunistas militó en el PCC, donde había realizado tareas de formación, conferencias, etc. Por el hecho de llevar a todos los actos políticos la bandera republicana, en un momento en el que se imponía lo políticamente correcto –la transición y la monarquía borbónica–, sufrió la incomprensión o el rechazo de muchos de sus camaradas de partido, lo cual le llevó poco a poco a un desencanto que le hizo abandonar finalmente el PCC.
Los que tuvimos la suerte de conocerlo personalmente, ya con una edad muy avanzada, no nos encontramos con uno de tantos militantes y luchadores amargados y frustrados, ni con uno de los visionarios y sectarios que se creen poseedores de la verdad absoluta y que tanto daño han hecho, ni tampoco con uno de tantos que renegaron de sus ideas. Por el contrario, nos encontramos con alguien que, a pesar del duro momento histórico y los desengaños que había sufrido, todavía mantenía una fe inquebrantable en el socialismo y en la victoria final de la clase obrera sobre la burguesía explotadora. Con noventa años de edad y la salud muy deteriorada pero con una lucidez mental increíble, todavía tenía fuerzas y generosidad militante para ofrecerse a darnos clases de formación marxista, especialmente en el ámbito que más dominaba, el mecanismo del funcionamiento del capitalismo y las crisis económicas.
En los últimos años del franquismo empezó a escribir clandestinamente la Temática del Marxismo, arriesgándose nuevamente a perder su empleo. Inicialmente se trataba de una recopilación de los textos de Marx y Engels (Los fundadores) estructurados en diferentes temas: filosofía, lucha de clases, el Estado, la plusvalía, etc. Como nos relató después, lo hizo adquiriendo como pudo, la mayor parte de las veces en el extranjero, la mayoría de textos puesto que en España era casi imposible hacerlo. Lamentablemente, la biblioteca con los textos originales desapareció. También nos explicó que rechazó editarlo en una editorial de prestigio y prefirió hacerlo a su cargo en la Editorial Cinc d’Oros –lo que según parece le provocó la ruina económica – puesto que él quería que la venta fuera al precio más reducido posible para que el proletariado tuviera acceso al estudio de los textos del marxismo. La obra se publicó finalmente en 1977 y fue prologada por el profesor de filosofía José Manuel Bermudo. Posteriormente se editaron tres tomos más, con otros tantos interesantes prólogos de Bermudo, que con sus acertadas y profundas reflexiones nos permitían hacernos una idea de la evolución del marxismo, de sus rupturas y sus crisis, tanto en la teoría –en sus diversas corrientes enfrentadas–, como en la práctica –en la percepción que se tuvo de los antiguos países socialistas–, durante esos años de finales de los setenta.
El segundo tomo publicado (Los Realizadores) fue dedicado a los dirigentes que habían participado en revoluciones triunfantes y habían iniciado la construcción del socialismo: Lenin, Fidel Castro, Mao Tse Tung, Stalin, Che Guevara, Kim il Sung, Ho Chi Minh y Ever Hoxha. También se incluyó a Salvador Allende, como ejemplo de una vía alternativa, no revolucionaria, de transición al socialismo. Con ello se pretendía mostrar los diferentes caminos y las diferentes experiencias prácticas que en aquel momento existían, para huir de una definición de socialismo artificial y dogmática, alejada de una realidad muy compleja.
Los tomos tres y cuatro (Los sucesores) pretendían reflejar la gran variedad de corrientes que existían en los años setenta y que, total o parcialmente, se reclamaban como marxistas, así como de otros históricos cuyas ideas habían sido arrinconadas por la historia. En estos dos tomos aparecían textos seleccionados de Gramsci, Althusser, Ernest Mandel, Samir Amin, Lukács, Berlinguer, Trotsky, Marchais, Bujarin, etc. Mediante esta abundante selección, los lectores tenían la oportunidad de comparar las diferentes corrientes que se reclamaban del marxismo (trotskistas, eurocomunistas, estructuralistas, etc.) con los escritos de los tomos anteriores y extraer sus propias ideas acerca de las posturas que defendía cada uno de ellos.
Los que tuvimos la suerte de conocerlo personalmente, ya con una edad muy avanzada, no nos encontramos con uno de tantos militantes y luchadores amargados y frustrados, ni con uno de los visionarios y sectarios que se creen poseedores de la verdad absoluta y que tanto daño han hecho, ni tampoco con uno de tantos que renegaron de sus ideas. Por el contrario, nos encontramos con alguien que, a pesar del duro momento histórico y los desengaños que había sufrido, todavía mantenía una fe inquebrantable en el socialismo y en la victoria final de la clase obrera sobre la burguesía explotadora. Con noventa años de edad y la salud muy deteriorada pero con una lucidez mental increíble, todavía tenía fuerzas y generosidad militante para ofrecerse a darnos clases de formación marxista, especialmente en el ámbito que más dominaba, el mecanismo del funcionamiento del capitalismo y las crisis económicas.
En los últimos años del franquismo empezó a escribir clandestinamente la Temática del Marxismo, arriesgándose nuevamente a perder su empleo. Inicialmente se trataba de una recopilación de los textos de Marx y Engels (Los fundadores) estructurados en diferentes temas: filosofía, lucha de clases, el Estado, la plusvalía, etc. Como nos relató después, lo hizo adquiriendo como pudo, la mayor parte de las veces en el extranjero, la mayoría de textos puesto que en España era casi imposible hacerlo. Lamentablemente, la biblioteca con los textos originales desapareció. También nos explicó que rechazó editarlo en una editorial de prestigio y prefirió hacerlo a su cargo en la Editorial Cinc d’Oros –lo que según parece le provocó la ruina económica – puesto que él quería que la venta fuera al precio más reducido posible para que el proletariado tuviera acceso al estudio de los textos del marxismo. La obra se publicó finalmente en 1977 y fue prologada por el profesor de filosofía José Manuel Bermudo. Posteriormente se editaron tres tomos más, con otros tantos interesantes prólogos de Bermudo, que con sus acertadas y profundas reflexiones nos permitían hacernos una idea de la evolución del marxismo, de sus rupturas y sus crisis, tanto en la teoría –en sus diversas corrientes enfrentadas–, como en la práctica –en la percepción que se tuvo de los antiguos países socialistas–, durante esos años de finales de los setenta.
El segundo tomo publicado (Los Realizadores) fue dedicado a los dirigentes que habían participado en revoluciones triunfantes y habían iniciado la construcción del socialismo: Lenin, Fidel Castro, Mao Tse Tung, Stalin, Che Guevara, Kim il Sung, Ho Chi Minh y Ever Hoxha. También se incluyó a Salvador Allende, como ejemplo de una vía alternativa, no revolucionaria, de transición al socialismo. Con ello se pretendía mostrar los diferentes caminos y las diferentes experiencias prácticas que en aquel momento existían, para huir de una definición de socialismo artificial y dogmática, alejada de una realidad muy compleja.
Los tomos tres y cuatro (Los sucesores) pretendían reflejar la gran variedad de corrientes que existían en los años setenta y que, total o parcialmente, se reclamaban como marxistas, así como de otros históricos cuyas ideas habían sido arrinconadas por la historia. En estos dos tomos aparecían textos seleccionados de Gramsci, Althusser, Ernest Mandel, Samir Amin, Lukács, Berlinguer, Trotsky, Marchais, Bujarin, etc. Mediante esta abundante selección, los lectores tenían la oportunidad de comparar las diferentes corrientes que se reclamaban del marxismo (trotskistas, eurocomunistas, estructuralistas, etc.) con los escritos de los tomos anteriores y extraer sus propias ideas acerca de las posturas que defendía cada uno de ellos.
En sus últimos años de su vida, Castells permaneció prácticamente alejado de la vida política activa debido a su edad y su precario estado de salud, olvidado casi completamente de todos y del antiguo partido donde militó. No obstante, hasta donde lo recordamos, siempre estuvo a nuestro lado con su apoyo y su entusiasmo revolucionario y poco más pudimos hacer para agradecerle su esfuerzo que un modesto homenaje republicano hace pocos años. Su desaparición se enmarca en la extinción de una generación de jóvenes que dio lo mejor de sí en la lucha por la República, por un mundo mejor, por el socialismo. Una generación cuyo sacrificio fue traicionado por aquellos que desde la izquierda pactaron la transición y que asumieron con un discurso rojo que el capitalismo, el imperialismo y la democracia burguesa eran el mejor de los mundos posibles. Castells fue una voz rebelde contra aquellas claudicaciones, contra aquellas traiciones, una voz que surgía de las entrañas de los viejos textos de Marx y Engels que él había puesto generosamente a disposición de los trabajadores de nuestro país.
Los que arrojaron a la basura las ideas de República y el socialismo, y los que desde la izquierda postmoderna y vacía consideran al marxismo superado, mantendrán en el olvido a Enrique Castells. Los que aprendimos el abc del marxismo y comprendimos la gran riqueza y complejidad que encierra gracias a la Temática, le estaremos siempre agradecidos y trataremos de perpetuar su esfuerzo.
¡Hasta siempre, compañero!
Más información:
http://ateosyrepublicanoshistoria.blogspot.com/2011/03/mi-padre.html
http://ateosyrepublicanoshistoria.blogspot.com/2011/03/mi-padre.html
Oda Contra el Capitalismo
Enrique Castells
Capitalistas de mierda
Idos a tomar por culo,
Después que os cuelguen de un árbol
Y aprieten muy fuerte el nudo.
Así pagareis los crímenes
Con que asolasteis al mundo:
La explotación de los pobres,
El expolio de los justos.
Que nadie os eche una mano
Para sacaros del “trullo”
No merecéis otra cosa:
O la horca o el pozo inmundo.
Con el brillo de vuestro oro
Ahora deslumbráis al mundo
Pero día llegará
Que todo se os hará oscuro
Y cuando llegue ese día
Nada y nadie os salvaran:
Las mafias que habéis creado
De ello se encargarán.
Los niños que prostituisteis
Vuestros verdugos serán:
Lo que con ellos hicisteis
Ellos lo mismo os harán.
No estaféis más a los pobres
Para pagar vuestro lujos,
Devolver vuestras riquezas
Y si en vosotros aun queda
Un poco de dignidad
No lo dudéis un instante:
¡Pegaros un tiro ya!
Enrique Castells
Capitalistas de mierda
Idos a tomar por culo,
Después que os cuelguen de un árbol
Y aprieten muy fuerte el nudo.
Así pagareis los crímenes
Con que asolasteis al mundo:
La explotación de los pobres,
El expolio de los justos.
Que nadie os eche una mano
Para sacaros del “trullo”
No merecéis otra cosa:
O la horca o el pozo inmundo.
Con el brillo de vuestro oro
Ahora deslumbráis al mundo
Pero día llegará
Que todo se os hará oscuro
Y cuando llegue ese día
Nada y nadie os salvaran:
Las mafias que habéis creado
De ello se encargarán.
Los niños que prostituisteis
Vuestros verdugos serán:
Lo que con ellos hicisteis
Ellos lo mismo os harán.
No estaféis más a los pobres
Para pagar vuestro lujos,
Devolver vuestras riquezas
Y si en vosotros aun queda
Un poco de dignidad
No lo dudéis un instante:
¡Pegaros un tiro ya!
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