Comunistas en Irán (1)


El pasado 11 de Enero el científico iraní Mostafa Ahamdi Roshan era asesinado en Teherán mediante una bomba lapa colocada en su vehículo. El joven, de 32 años, trabajaba en la central nuclear de Natanz. En el atentado murió una persona más y aun otra resultó gravemente herida. No es el primer asesinato perpetrado en suelo iraní contra científicos implicados en el desarrollo de la tecnología nuclear. Precisamente el día 11 se cumplían dos años justos del asesinato del profesor Massoud Ali Mohammadi. El 29 de Noviembre de 2010 el físico Majid Shahriari fue igualmente asesinado. En el mismo atentado su colega Abbasi Davani y la mujer de éste resultaron gravemente heridos.
 
No cabe ninguna duda de cuál es el móvil y quiénes son los que han ordenado estos asesinatos. EEUU y sus aliados, especialmente Israel, están tratando de impedir que Irán tenga acceso a la energía nuclear que permitiría a esta nación defenderse de ataques como los perpetrados contra Irak, Afganistán y Libia. Como las amenazas, los bloqueos, las sanciones, los intentos de golpe de estado y la insistente guerra psicológica de todos los medios de comunicación no han dado resultado y el potencial militar de Irán resulta de veras disuasorio, están recurriendo a eso que ellos tanto dicen perseguir: el terrorismo.
Intentando buscar información sobre la autoría concreta del atentado me llamó la atención encontrar en el foro de una web de política local de EEUU a personas, al parecer informadas sobre la situación en Irán, considerar como posibles colaboradores del Mossad y la CIA dentro de Irán al MKO y al partido Tudeh. Las propias fuentes oficiales iraníes, aunque no en el caso de este último atentado, han acusado también al MKO de cometer numerosas acciones terroristas en los últimos años. La propia Wikipedia ofrece el dato de que agentes del MKO ofrecen servicios de inteligencia a EEUU sobre la ubicación exacta y el desarrollo de las centrales nucleares iraníes.
Lo sorprendente del caso es que tanto el grupo MKO como el partido Tudeh son considerados de ideología marxista revolucionaria. ¿Marxistas revolucionarios trabajando para la CIA y el Mossad? Cabe perfectamente imaginar que muchos marxistas no vean con agrado el sistema político iraní. Pero de ahí a colaborar con la CIA y el Mossad para facilitar datos de seguridad nacional hay un trecho que ninguna diferencia de interpretación sobre qué es el marxismo puede salvar.
Más sorprendente aun es constatar que tanto el MEK como el partido Tudeh fueron valientes luchadores contra el régimen proamericano del Shá y fieles aliados de Jomeini. Es más: el MKO que ahora colabora con Israel para perpetrar atentados contra los intereses de Irán fue fundado por un ayatolá amigo personal y estrecho colaborador de Jomeini. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué ha ocurrido para que en Irán los partidos y grupos comunistas hayan decidido renunciar a sus ideas antiimperialistas y a la soberanía de su propia nación?
Si es difícil explicar los detalles que han llevado a los intelectuales y líderes comunistas oficiales de nuestro país a apoyar a la OTAN en sus ataques a Yugoslavia, Afganistán, Siria y Libia, más difícil aun será mostrar qué ocurrió en un país del que las noticias que nos llegan son tan escasas como sesgadas por la censura.
Por eso me limitaré a trazar una breve historia de la trayectoria de los comunistas en Irán y, si acaso, a plantear algunas hipótesis.

1920: La República Socialista Soviética de Persia.
Este poco conocido primer intento de exportar la revolución bolchevique solo sobrevivió durante 1920-21 y, geográficamente, estuvo restringido a la provincia norteña de Gilan, a orillas del mar Caspio. La República Socialista Soviética de Persia fue el resultado de la confluencia de varias fuerzas que, sin embargo, poseían perfiles ideológicos diversos y poco definidos. Lo que las llegó a unir fue el deseo de desembarazarse del dominio extranjero en Irán y de derrocar a la dinastía Qajar, con sus monarcas títeres y corruptos.
El grupo principal de tales fuerzas fue el movimiento guerrillero Jangal (que significa "Jungla" o "Bosque", en referencia al paisaje predominante en la provincia de Gilan, su cuartel general.) El grupo Jangal estaba liderado por Mirza Kuchak Khan. La ideología de los jangalíes no estaba claramente definida, pero la aspiración de los guerrilleros era reinstaurar los principios tradicionales de justicia social propios del chiísmo duodecimano, que habían sido abandonados por el monarca como resultado del dominio colonial británico y zarista. Para ello, era preciso derrocar al monarca y expulsar a las fuerzas extranjeras. En 1917, la victoria bolchevique y, por tanto, el fin de la política imperial rusa supuso un espaldarazo importantísimo para los jangalíes, que pasaron a tener a los rusos como aliados en lugar de como enemigos.
Es en este momento cuando este grupo confluyó con lo que podríamos considerar el primer partido de inspiración marxista de Persia, fundado en 1904: el Hemmat (que significa "Aspiración.") y cuyo ámbito era más bien obrero y urbano. Las ideas socialdemócratas que defendía este partido llegaron a la antigua Persia a través de los miles de obreros iraníes que a principios del siglo XX trabajaban en las explotaciones petrolíferas de Baku y otras ciudades del Cáucaso. Allí entraron en contacto con los socialdemócratas rusos (por entonces aun no divididos entre mencheviques y bolcheviques.)
Animado en el 17 por el triunfo de la Revolución Rusa, el partido se amplía y pasa a llamarse Edalat ("Justicia") aunque sigue vinculado a la ideología menchevique hasta que en 1920 la fundación de la República de Gilan apoyada por los soviéticos les lleva a abandonar la socialdemocracia para pasar a denominarse Partido Comunista de Irán.
Ambas fuerzas, los guerrilleros jangalíes y este partido influído por el socialismo ruso, terminaron confluyendo en la República de Gilan. Pero ya aquí nos encontramos con lo que desde entonces será la tónica de la difícil convivencia de dos corrientes que persiguen objetivos similares pero de modos muy distintos. Por un lado los guerrilleros jangalíes y su lider aspiraban a un modelo de república de unidad islámica basada en el reparto de tierras y, en general, en la aplicación de las medidas sociales tradicionales favorables a los pobres que predica el Islam. Por otro lado, los dirigentes recién convertidos del Partido Comunista pretendían aplicar la doctrina trotskista e implantar medidas económicas radicales, sin plantearse pasos graduales o adaptaciones a realidades socioculturales distintas. Pero lo que acabó por separar a los comunistas tanto de los jangalies como de la mayoría del pueblo fue su insistencia en la propaganda antiislámica. Los enfrentamientos internos terminaron con un golpe de estado de los comunistas. Su débil posición interna terminó por desmoronarse en el exterior cuando Lenin les retiró su apoyo militar. La URSS atravesaba un momento crítico, enfrentada en una guerra civil a zaristas y mencheviques financiados por las potencias occidentales y no podía seguir defendiendo empresas tan poco prometedoras y con tan poco apoyo popular como la República de Gilan.
En 1921, el futuro shá Reza Pahlevi da un golpe de estado en Teherán apoyado por Inglaterra, que temía que Irán se convirtiese en otro país bolchevique. En Septiembre las fuerzas del golpista Reza, formadas por cosacos zaristas, entran en Gilan y acaban con la efímera república soviética. El lider de los jangalíes, con unos cuantos leales, huye a las montañas. Finalmente es encontrado muerto por congelación junto con su fiel amigo y compañero de armas, un revolucionario de origen ruso-alemán. El shah expuso su cabeza decapitada en Rasht, la capital de Gilan, como escarmiento. Tendrían que pasar muchos años para que los iraníes volviesen a ver tan cerca el fin del dominio colonial.


1931: El Shá prohibe el Comunismo.
Tras la caída de Gilan, los comunistas se dispersan y se limitan a formar algunas pequeñas células clandestinas de propaganda obrera en las plantas petrolíferas. A pesar de la persecución policial a la que fueron sometidos, los grupos comunistas fueron haciéndose más numerosos e incluso dispusieron de un periódico, el Peykar, impreso en Berlín con el apoyo del Partido Comunista Alemán y que llegaba de contrabando a Irán tras un largo periplo desde Constantinopla. El Shá decretó en 1931 la prohibición expresa de cualquier actividad comunista en Irán a la que siguió una represión sistemática y brutal. No será la primera vez que el Shá toma medidas expeditivas para acabar con los comunistas iraníes, pese a lo cual hoy no es raro ver a nostálgicos del Shá y a comunistas iraníes hermanados contra lo que llaman "régimen de los ayatolás."
El ascenso del nazismo en 1933 trajo a Persia a numerosos estudiantes que contaban con una notable formación socialista. Uno de ellos era Taghi Erani, que agrupó en torno a sí a un grupo de activistas que se dedicó a la difusión en imprentas clandestinas de material didáctico marxista-leninista. En 1937, en aplicación de la ley de 1931, cincuenta y tres comunistas fueron enviados a la cárcel, en la que muchos murieron -entre ellos el propio Erani.

1941: Nace el Partido Tudeh:
Cuando estalló la II Guerra Mundial, el Shá cometió el error de elegir como aliado al III Reich. Su decisión estaba motivada por el deseo de verse libre de las abusivas condiciones de explotación petrolífera que le imponía el Imperio Británico. En 1941, tropas anglosoviéticas invaden Irán sin apenas oposición de la población y el Shá es obligado a desterrarse.
Esto permitió a los comunistas del círculo de Erani supervivientes de las cárceles del Sha reorganizarse en un nuevo partido. Esta vez decidieron no utilizar el nombre "Comunista" para denominarlo. Lo bautizaron como Hezbe Tudeh Iran, esto es, Partido de las Masas de Irán, o, resumidamente, Partido Tudeh. Tras el cambio de nombre había razones de peso. El objetivo del partido era crear un frente amplio que atrajera también a no-comunistas. El comunismo como ideología no acababa de cuajar en el pueblo iraní por dos razones. En primer lugar, era visto como una pérdida de soberanía, esta vez en manos de la URSS. Pero sobre todo, desde la época de la República de Gilan, el comunismo era asociado con el rechazo al Islam. Desde la fundación del Partido Tudeh en 1941 hasta el triunfo de la revolución en 1979, los comunistas comprendieron que en Irán no era posible desligar la revolución socialista de la doctrina islámica chií sobre la justicia social. De este modo, marxistas y clérigos combatieron juntos sin apenas fisuras contra la tiranía del heredero del Shá y el neocolonialismo angloamericano.

El papel político tradicional de los clérigos en Irán.
Es preciso ahora detener la sucesión cronológica de los hechos para tratar de explicar por qué en Irán ha resultado imposible desligar las luchas obreras de las creencias religiosas. La razón seguramente se encuentra en el papel que el clero chií ha desempeñado durante los últimos siglos. La dinastía Safávida que unifica Persia y otros territorios adyacentes, fundada por el shá Ismail I en 1501, estableció un modelo de gobierno en el que el monarca solo podía reinar si contaba con el visto bueno de los ulemas. Cuando el monarca violaba ostensiblemente las normas de justicia social que el chiísmo duodecimano exige al gobernante, el poder de los ulemas podía muy bien provocar una insurrección popular capaz de derrocarlo. Podría considerarse que la monarquía Safávida se sustentó sobre una suerte de contrato social según el cual el monarca garantizaba una justicia social básica y seguridad militar a sus súbditos y, a cambio, éstos se comprometían a permanecer obedientes a su autoridad y a pagar sus impuestos. Los vigilantes del cumplimiento del contrato eran los ulemas, cuyo poder de movilización popular temían justificadamente los monarcas. Así que cuando los últimos representantes de la dinastía Qajar permitieron a los ingleses y a los rusos expoliar y esclavizar a los iraníes, fueron los clérigos los primeros que movilizaron a las masas para la instauración de un sistema constitucional, el derrocamiento del Shá y la lucha contra las injerencias extranjeras. El líder más significativo de la llamada Revolución Constitucional de Irán, que supuso la entrada de Irán en la modernidad, fue el Ayatollah Khorasani.
En países como el nuestro, en el que la jerarquía eclesiástica tradicionalmente se ha aliado con los poderosos en sus abusos contra las clases oprimidas, resulta incomprensible que las revueltas sociales, o las luchas por la constitución y la república las dirijan y protagonicen los clérigos.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, resulta mucho menos chocante y más fácil de comprender tanto el éxito arrollador de la revolución de Jomeini como el modelo político sobre el que se basa hoy la República Islámica de Irán, el Velayat-e faqi, esto es, la Vigilancia de los clérigos sobre las decisiones del gobierno. Que los gobernantes gobiernen y que los clérigos vigilen que lo hacen conforme a las prescripciones del Islam no es apenas una innovación. Para los iraníes es algo perfectamente conocido, pues no es más que institucionalizar lo que se ha venido haciendo tradicionalmente, si bien hoy sustituyendo el gobierno del monarca por el de un presidente de la república elegido por sufragio universal.
Así es como se explica también por qué cualquier grupo político iraní que luche por la justicia social y la soberanía no puede hacerlo en contra de los clérigos. Para la mayoría de los iraníes, incluso de nuestros días, un clérigo no es un poderoso que oprime al pueblo, sino un sabio que defiende al pueblo de la opresión de los poderosos con la ayuda de Dios.

Continuaremos con la historia de los comunistas en Irán en la siguiente entrada.