Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 17 de febrero de 2012
Este artículo señala que las
reducciones de los salarios y de la protección social que están
realizando los gobiernos conservadores en España bajo el mandato del
Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario
Internacional, están respondiendo a los intereses del capital financiero
y de la gran patronal que está utilizando la crisis para poder
conseguir lo que han siempre deseado: el debilitamiento del mundo del
trabajo. Tales medidas empeorarán la situación económica de una manera
muy notable, no descartando la posibilidad de generar una Gran
Depresión. Se exigen unas movilizaciones, no solo a nivel de España,
sino también a nivel europeo, tanto a nivel sindical como político, para
responder a esta guerra de clases unilateral.
Hay distintas versiones del dogma
neoliberal (el pensamiento económico de la troika –la Comisión Europea,
el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-
que domina las instituciones de la Unión Europea y de la Eurozona, así
como de gobiernos de los países de los Estados miembros) de cómo salir
de la crisis actual, pero todas ellas coinciden en dos tipos de
intervenciones: una es la necesidad de reducir el déficit y la deuda
pública, a fin de “recuperar la confianza de los mercados financieros”
(la frase más utilizada en las páginas económicas de los medios de mayor
difusión que apoyan tales medidas) y con ello poder conseguir dinero
prestado de la banca y otras instituciones financieras que los Estados
necesitan para realizar sus funciones. De ahí su énfasis en recortar el
gasto público, y muy en especial el gasto público social, disminuyendo
las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar. La
famosa frase de que “hay que apretarse el cinturón” o la otra frase de
que “no podemos gastarnos más de lo que tenemos” refleja esta necesidad
de seguir políticas de austeridad a fin de dejar atrás la Gran Recesión
(camino de la Gran Depresión) que estamos sufriendo.
El otro tipo de intervención en que
coinciden todos los neoliberales, es que hay que disminuir los salarios a
fin de hacer la economía más competitiva. Puesto que los países de la
Eurozona, al compartir la moneda, no pueden unilateralmente devaluarla,
la única alternativa posible para aumentar la competitividad –según este
dogma- es bajar los precios de los bienes y servicios que el país
exporta, de manera que la economía sea más competitiva. Y la manera más
rápida y eficiente de reducir los precios es –de nuevo, según este
dogma- disminuir los salarios de los trabajadores que producen tales
bienes y servicios.
Las medidas que la troika ha estado
imponiendo, y en España el Gobierno Rajoy ha estado dócilmente aplicando
al pie de la letra, tiene este objetivo: disminuir los salarios. A fin
de conserguir este objetivo, tienen que debilitar a los trabajadores y a
sus instrumentos, los sindicatos, lo cual intentan conseguir alterando
los convenios colectivos, descentralizándolos lo máximo posible,
haciendo más fácil la posibilidad de despido, manteniendo atemorizado al
trabajador, lo cual también consiguen haciéndole perder seguridad en su
empleo y en su protección social. En realidad, los recortes del gasto
público social, y consiguiente debilitamiento, cuando no
desmantelamiento del Estado del Bienestar, tiene como objetivo principal
el debilitamiento del mundo del trabajo, implicando una pérdida de
derechos sociales y laborales que los trabajadores habían conseguido en
periodos anteriores.
Esta es, pues, la agenda de los
conservadores, tanto de España como de sus comunidades autonómicas como
Catalunya. Estamos, pues, viendo el ataque más frontal frente a la clase
trabajadora que hayamos visto desde el establecimiento de la dictadura
fascista que imperó en España desde 1939 a 1978, cuyo objetivo fue
también debilitar al mundo del trabajo a costa del mundo del capital.
Ello explica que cuando al Dictadura terminó –en parte debido a la
presión del movimiento obrero- España tenía el Estado del Bienestar
menos desarrollado y los salarios más bajos de Europa (ver mi libro “El
Subdesarrollo Social de España Causas y Consecuencias”). La diferencia
entre aquel periodo y éste es que, mientras en aquel periodo el elemento
más notorio y visible era la represión policial, con tortura incluida,
ahora se hace mediante cartas y llamadas del Banco Central Europeo al
presidente del Gobierno, condicionando la compra de deuda pública del
Estado a que se debilite el mundo del trabajo, exigiendo bajada de
salarios, desmantelamiento de la protección social y otras medidas
hostiles a la población trabajadora.
Estas medidas, que el Gobierno de Rajoy
está imponiendo, son el resultado de la alianza de la banca con la gran
patronal, utilizando la crisis como excusa para conseguir lo que siempre
han deseado: el desmantelamiento del Estado del Bienestar y el
debilitamiento de la clase trabajadora. Es lo que Noam Chomsky llama “La
guerra de clases unilateral”, del capital frente al trabajo, que el
primero está ganando en bases diarias, y que entre sus victorias está el
desmantelamiento de las instituciones democráticas. Ninguna de las
medidas, que los partidos conservadores gobernantes -el PP y CiU- están
imponiendo, estaba en su programa electoral, habiendo ocultado cada una
de sus medidas impopulares durante la campaña electoral. A nivel
estatal, el Gobierno de Rajoy es el más dócil de todos los Gobiernos de
la Eurozona a Bruselas, habiendo abandonado cualquier intento de
dignidad y soberanía nacional. Esta lucha de clases que vivimos enfrenta
a la burguesía financiera y empresarial, contra las clases populares
(clase trabajadora y clase media) y tiene lugar dentro de un contexto
europeo en el que hay una alianza de clases, como demuestra el notable
apoyo que la troika está proveyendo a la burguesía española para
conseguir sus fines.
Frente a esta avalancha, las fuerzas
progresistas deben responder con toda contundencia. Está claro que en el
Gobierno del PP refleja un “autoritarismo machista” que consiste en
mostrar su virilidad cargándose a la clase trabajadora, a fin de mostrar
a la troika que tienen los bemoles para hacer lo que Bruselas desea.
Incluso alardean de que tendrán una huelga general (que naturalmente
piensan derrotar) a fin de impresionar a los que consideran sus
superiores. Es importante que las fuerzas progresistas respondan
mediante la movilización, presentando a la vez alternativas que muestren
la falsedad de que no existan alternativas (ver el libro que Juan
Torres, Alberto Garzón y yo hemos escrito, “Hay alternativas. Propuestas
para crear empleo y bienestar social en España”). Y entre estas
alternativas está, desde salirse del euro (opción que no hay que
desechar), hasta desarrollar una huelga general a nivel de toda la
Eurozona (el mismo día), con peticiones comunes que van desde el
establecimiento de un salario mínimo común (que, naturalmente, sería
proporcional y no absoluto, representando aproximadamente el 60% del
salario promedio anual) para todos los países de la Eurozona, hasta el
establecimiento (todavía inexistente hoy en la Eurozona) de un marco
legal para establecer convenios colectivos a nivel continental,
incluyendo otras medidas como que el BCE ponga como condición para
comprar deuda pública la eliminación del fraude fiscal y la aplicación
de reformas fiscales, que recuperen la progresividad anterior a las
bajadas de los impuestos que estuvieron ocurriendo en los últimos años,
en lugar de las políticas anti clase trabajadora que están promoviendo.
Hoy hace falta una movilización, no sólo nacional (que continúa siendo
muy importante), sino europea, tanto a nivel sindical como político.