La respuesta es la huelga estudiantil más importante de la historia
de Quebec que entra en su quinceava semana. Ni la represión policial, ni
las detenciones masivas (más de 1.500 a lo largo de estos meses), ni
las órdenes judiciales, ni las trampas tendidas en las supuestas
negociaciones: nada parece poder detener a los estudiantes quienes
tienen la firme determinación de triunfar y de imponer con la
movilización sus demandas (la principal la abolición del alza a los
costos de escolaridad universitaria).
El gobierno ha preferido imponer una ley especial que pretende acabar
con la huelga y la movilización. La prensa la ha llamado “la loi
matraque” (la ley macana). Pero ni eso parece detener a esta determinada
juventud quebequense que concentra de alguna forma el descontento
popular contra los planes liberales. En una impresionante manifestación,
el martes 22/5, más de 250 mil personas salieron a desafiar la ley
Courchesne cuando se cumplen 100 días de huelga, lo que demuestra no
sólo que el movimiento no se deja derrotar sino que el conflicto es ya
del pueblo trabajador contra el gobierno de Charest.
El congelamiento de las cuotas escolares. Esa es la única y sola
demanda que pone el movimiento para levantar la Huelga. Este es el eje
que unifica a los más de ciento cincuenta mil estudiantes que se
mantienen en paro desde febrero de este año. El gobierno ha dejado en
claro que no cedería en cuanto al alza y excluyó el tema de toda
discusión. Y no sólo no ha movido ni una sola coma de su propuesta
inicial, sino que aumentó el alza de 75% en cinco años iniciales, a 82%
aplicables en siete años. De esta manera intenta dejar un precedente
claro que va de acuerdo al resto de sus políticas: el pueblo pagará más
por los servicios básicos (salud y educación) y por los servicios
públicos.
Esta alza de los costos de educación es una parte de los planes
generales que intentan no dejar piedra sobre piedra de las conquistas
sociales. En el fondo, el rotundo apoyo popular hacia el movimiento
refleja que hay un sector importante de la población que comienza a
despertar de la pesadilla liberal que dura ya nueve años durante los
cuales se han ido perdiendo una a una las conquistas arrebatadas al
Estado y a la patronal. Ejemplo de esto son los numerosos lock-outs, los
despidos en masa, las reducciones de salarios y condiciones de trabajo
en beneficio de una súper poderosa y protegida (por el gobierno)
patronal. Como en otras ocasiones, el movimiento estudiantil toma la
batuta de una lucha que es del conjunto del pueblo trabajador.
La ley 78, la ley Courchesne
Al cambiar el calendario escolar suspendiendo el cuatrimestre de
invierno hasta agosto, y corriendo el de otoño hasta octubre, la ley
especial pretende acabar con la huelga. Además de ello, medidas
excepcionales de restricción de libertades se imponen para intentar
limitar al máximo las movilizaciones. Ahora cada manifestación debe
anunciar su trayecto mínimo con ocho horas de anticipación, y el grupo o
persona convocante pueden ser multados con mil o hasta ciento
veinticinco mil dólares por contravenir esta disposición. Si se le suma
al nuevo reglamento municipal de Montreal que prohíbe manifestarse
enmascarado, estamos hablando de un cuasi estado de excepción. Estas dos
medidas que están entrando en vigor, fueron desafiadas por 10 mil
personas en la marcha nocturna de este viernes y la del sábado terminó
en fuertes enfrentamientos con la policía.
La ley especial es sin duda un intento de imponer por una especie de
decreto administrativo de corte bonapartista, el fin de la huelga. Es
una especie de lockout gubernamental. Pero la ley ha echado más leña al
fuego del conflicto, y la opinión pública comienza a cuestionar más, no
sólo la forma en que el gobierno hace frente al fondo del problema, sino
el hecho de que se imponga una ley digna de una dictadura. Hay quienes
opinan que esta ley es en sí misma aún peor que la propia alza. Se abre
con esto una nueva etapa para el movimiento estudiantil donde se tendrá
que desafiar la aplicación de esta medida, al mismo tiempo que se
prepara para lo que se ha llamado, el inicio del segundo round.
Ahora el movimiento estudiantil tiene el gran desafío: llamar a los
trabajadores (nativos e inmigrantes), a las organizaciones populares y
de los pueblos originarios que están sufriendo y resistiendo las
políticas del gobierno para unificar todas las luchas. La propuesta de
Encuentro de organizaciones populares que se está proponiendo desde
algunas asociaciones de la CLASSE, puede ser una buena oportunidad para
discutir como enfrentar juntos al gobierno de Charest. Por su parte, los
trabajadores deben exigir a sus direcciones un paro nacional en apoyo
de la causa estudiantil y en contra de la ley especial, en la
perspectiva de una Huelga general ilimitada conjunta. Sólo así se podría
desafiar y echar abajo esta reaccionaria medida que elimina los
derechos fundamentales de los que luchan. Y sólo así se podrían
preservar las conquistas sociales que los liberales quieren arrebatar.