
Según Rogozin, el escudo antimisiles de EEUU genera ya en su forma actual una tensión en las relaciones entre Rusia y la OTAN e incita a una “carrera de armamentos”.
“Hay que decírselo de forma clara y precisa. Trabajé durante cuatro años como embajador de Rusia ante la OTAN y sé muy bien cómo se debe hablar con ellos”, comentó.
Recordó que el programa nacional de armamento prevé que el Ejército ruso reciba sistemas antiaéreos S-400 y los nuevos S-500, capaces de interceptar misiles balísticos fuera de la atmósfera terrestre, indicó Rogozin.
“La principal diferencia de nuestras fuerzas (de defensa antimisiles) consiste en que se ubican en territorio nuestro. No desplegamos sistemas frente a las costas de EEUU por carecer de pretensiones expansionistas y agresivas y tampoco buscamos desestabilizar la situación en otras regiones del mundo”, dijo el político.
Rogozin condenó el emplazamiento del escudo antimisiles estadounidense “ante las mismas narices” de Rusia bajo el pretexto de proteger a los rusos y los europeos de “los tipos malos de Irán y Corea del Norte”.
El sistema de combate Aegis, desarrollado en EEUU en la década de 1960 y producido actualmente por la corporación Lockheed Martin, usa potentes radares de emplazamiento naval para rastrear blancos terrestres, aéreos y marinos y guiar misiles que deben destruirlos.
El Aegis es capaz de detectar objetivos a una altura de 320 km o más de 190 km de distancia. Cada radar realiza el monitoreo de hasta 300 blancos y puede guiar hasta 18 misiles contra aquellos que representan especial peligro. Los misiles de nueva generación SM-3 permiten interceptar ojivas a una altura de hasta 180 km.