
En el conflicto que sacude a Siria los infantes son golpeados con mayor intensidad no solo por el número de muertos, sino por las secuelas físicas y psicológicas que dejan los combates en los hombres y mujeres de mañana.
Si bien se carece de estadísticas oficiales, se sabe que una gran cantidad de las víctimas de ataques a poblados, destrucción de escuelas, lanzamientos de morteros contra barrios residenciales y el estallido de coches bomba en ciudades, son niños.
Un perturbador vídeo mostró a fines de diciembre en la red social YouTube otra de las formas en que la guerra afecta a los menores, cuando escalofriantes imágenes mostraron a un adolescente decapitando con un machete a un prisionero maniatado.
Materiales audiovisuales publicados por diversos medios revelan a niños de corta edad combatiendo o portando suministros en primera fila del campo de batalla, situación criticada por diversas ONG y organismos internacionales.
A finales de noviembre, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia reclamó que los pequeños sean protegidos en todo momento, tras conocerse informes donde se demuestra que están siendo asesinados, mutilados por bombas de racimo y utilizados como combatientes y vigilantes.