Han bombardeado escuelas y hospitales. Han asesinado familias
enteras. Esta infamia fue autorizada por la ONU desde el comienzo y ha
sido justificada por la flor y nata de los intelectuales progresistas
internacionales. Ya es tiempo de identificar y condenar a estos
cómplices de los crímenes contra la humanidad cometidos en Libia por las
élites occidentales y sus gobiernos títeres.
LA GUERRA COLONIAL CONTRA LIBIA ha
definido más agudamente que nunca las estructuras del conocimiento, de
las actitudes y del comportamiento que caracterizan la producción
intelectual progresista y radical en Europa y Norte América. La guerra
ha provocado una crisis en esa producción. Ahora, no podría ser más
claro que la función de clase de gerentes intelectuales como Gilberto
Achcar, Immanuel Wallerstein, Ignacio Ramonet e individuos similares es
la de neutralizar la protesta efectiva contra el capitalismo y el
imperialismo.
El poeta proto-fascista irlandés W.B.Yeats
escribió una vez, “¿Acaso aquel drama mío empujó / a ciertos hombres que
mataron los ingleses?”, gerentes intelectuales como Achcar, Ramonet,
Wallerstein, Samir Amin, Atilio Boron, Ramzy Baroud y Santiago Alba Rico
podrían preguntarse, ”¿Acaso nuestro trabajo hizo posible el salvaje
genocidio de la OTAN en Libia?” La respuesta es, por supuesto, “Claro
que sí.” Además, parece que esa gente piensa que todo está como debe
ser.
En teoría aseveran que abogan por cambios sociales
radicales o revolucionarios. Pero donde hay procesos que sí han logrado
un cambio social genuino en el mundo real, como en la Jamahiriya libia,
los atacan o, como en Venezuela, buscan como moldearlos de acuerdo con
sus propios criterios narcisistas. Si uno revisa las expresiones de
disidencia privilegiada bajo el capitalismo de consumo corporativo,
descubre que todas esas son variedades del anarquismo.
Claro que
lo son. El anticomunismo anarquista es el niño malcriado que toleran y
amamantan las élites capitalistas. Molesta a veces, pero es una molestia
útil y fácil de integrar a la familia del laissez faire. El capitalismo
se acomoda bien a lemas fáciles como “Otro mundo es posible”. Podemos
ver lo que esa gente tiene en mente cuando miramos a Libia. Los
intelectuales que apoyaron a los asesinos renegados racistas de la OTAN y
su golpe-insurreción por contrato son un buen ejemplo de cómo funciona
el proceso de cooptación y acomodación hoy en día.
SE ASIMILAN A LOS RITOS y
procesos de la vida pública en las plutocracias de Norte América y
Europa. Se mueven entre la vida académica, la actividad no-gubernamental
y la participación en los masivos medios corporativos de la guerra
psicológica y sus contrapartes, los guardabarreras alternativos de la
disidencia permisible. La Guerra colonial contra Libia ha resaltado esta
realidad de la manera más categórica. Uno solo tiene que mirar atrás a
la producción de esos gerentes intelectuales de prestigio allá por los
días de la Resolución 1973 del 19 de marzo en la ONU.
Aquí tenemos a Immanuel Wallerstein (http://www.iwallerstein.com/libya-world-left/ ):
“El
segundo punto ignorado por el análisis de Hugo Chávez es que no va a
haber ninguna intervención militar significativa del mundo occidental en
Libia. Las declaraciones públicas son vacías, huecas, diseñadas para
impresionar la opinión local doméstica. No va a haber una resolución del
Consejo de Seguridad porque Rusia y China no van a cooperar. No va a
haber una resolución de la OTAN porque Alemania y otros no van a
cooperar. Aun la posición militante de Sarkozy contra Qaddafi encuentra
resistencia en Francia.”
Aquí tenemos a Ignacio Ramonet (http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811 10... ):
“En
semejantes circunstancias, cualquier otro dirigente razonable hubiese
entendido que la hora de negociar y de abandonar el poder había llegado
(9). No así el coronel Gadafi. A riesgo de sumir a su país en una guerra
civil, el "Guía", en el poder desde hace 42 años, explicó que los
manifestantes eran "jóvenes a los que Al Qaeda había drogado echándoles
píldoras alucinógenas en el Nescafé". Y ordenó a las Fuerzas Armadas
reprimir las protestas a cañonazos y con fuerza extrema. El canal Al
Jazeera mostró los aviones militares ametrallando a los manifestantes
civiles.”
y
“SE PUEDE ESTAR EN CONTRA de
la estructura actual de Naciones Unidas, o estimar que su
funcionamiento deja mucho que desear. O que las potencias occidentales
dominan esa organización. Son críticas aceptables. Pero, por ahora, la
ONU constituye la única fuente de derecho internacional. En ese sentido,
y contrariamente a las guerras de Kosovo o de Irak que nunca tuvieron
el aval de la ONU, la intervención actual en Libia es legal, según el
derecho internacional; legítima, según los principios de la solidaridad
entre demócratas; y deseable, para la fraternidad internacionalista que
une a los pueblos en lucha por su libertad.”
Aquí está Gilbert Achcar (http://www.zcommunications.org/libya-a-legitimate-and-necessary-debate -f... ):
“La
idea de que las potencias occidentales intervienen en Libia porque
quieren derrocar un régimen hostil a sus intereses es sencillamente
irrisoria. Igual de irrisoria es la idea de que lo que buscan es echar
mano al petróleo libio. De hecho, toda la gama de las empresas
occidentales de gas y de petróleo está activa en Libia. ENI de Italia,
Wintershall de Alemania, BP de Gran Bretaña, Total y GDF Suez de
Francia, las empresas estadounidenses Conoco Phillips, Hess, y
Occidental, la Anglo-Holandesa Shell, Repsol de España, Suncor de
Canadá, Statoil de Noruega, etcétera- ¿Por qué entonces las potencias
occidentales intervienen hoy en Libia y no ayer en Rwanda y en el Congo
ayer y hoy? Como uno de aquellos que argumentó enérgicamente que la
invasión de Iraq era “por el petróleo”, contra aquellos que querían
etiquetarnos a nosotros como “reduccionistas”, no se puede esperar que
vaya a argumentar que esta intervención no es por el petróleo.
Definitivamente, lo es. Pero ¿cómo?
MI INTERPRETACIÓN DE ESO es
la siguiente: Después de mirar por algunas semanas mientras Gaddafi
condujo su terriblemente brutal y sangrienta represión de la
insurrección que empezó a medianos de febrero – y los estimados del
número de muertos a inicios de marzo van desde 1000 a 10,000, esta
última cifra de la Corte Internacional Penal y con estimados de la
oposición en Libia de entre 6000 y 8000 – los gobiernos occidentales,
por cierto, como todo el mundo, se convencieron de que con Gaddafi
embarcado en una ofensiva contrarrevolucionaria y a las puertas de la
segunda ciudad más grande en Libia, Benghazi (con más de 600,000
habitantes) era inminente una matanza a escala masiva.”
Uno
podría citar muchísimos más ejemplos de la deshonestidad intelectual,
la ignorancia, la estupidez, la arrogancia y el cinismo de estos
escritores prestigiosos entre otros como, por ejemplo, Santiago Alba
Rico, Atilio Boron, Ramzy Baroud y Samir Amin. Pero una masa adicional
de documentación no añadiría nada al cuadro más general de la
colaboración narcisista de muchos intelectuales de prestigio con la
maquinaria dominante de guerra psicológica corporativa de los países de
la OTAN. Tampoco vale la pena entretenerse en el papel de los
guardabarreras favoritos de la disidencia permisible para la OTAN como
Counterpunch, ZNet, Rebelión, le Monde Diplomatique y otros sitios web
alternativos similares.
Esos sitios cumplieron con su papel de
silenciar y censurar la discusión y la argumentación eficaz en los días
cruciales antes de la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU y
alrededor del hecho decisivo de la invasión terrestre de Trípoli por la
OTAN en agosto. Un pequeño grupo de escritores, entre ellos John Pilger y
Tariq Ali, hablaron en contra de la guerra. Pero aun ellos se tragaron
en su totalidad la caricatura de la guerra psicológica de la OTAN de
Muammar Al Ghaddafi como un payaso-dictador y carnicero.
MIENTRAS LOS ERRORES INDIVIDUALES de
Achcar, Wallerstein y Ramonet varían, todos parten de la premisa
central de la ofensiva de guerra psicológica de la OTAN, o sea, que
Libia fue una dictadura que fue derrocada por una revolución popular
exitosa. Como parte de su sospechosamente inter-coherente manejo de las
percepciones de los hechos en Libia, todos estos colaboradores de la
OTAN omiten los siguientes hechos:
- antes del 19 de marzo, la
Jamahiriya libia había llamado a negociaciones y a una misión de
verificación de los hechos de parte de la ONU – ambas fueron rechazadas
por los renegados y por los poderes (occidentales) dominantes en la ONU;
-
la única información confiable confirmada de los hechos en Libia entre
el 17 de febrero y el 19 de marzo vino del gobierno libio y fue
confirmada por el testimonio del Secretario de Defensa estadounidense
Robert Gates y Chief of Staff Admiral Michael Mullen, y también por la
inteligencia militar rusa antes de la Resolución 1973 del 19 de marzo;
-
Nunca hubo prueba confiable que las fuerzas de la Jamahiriya libia
hayan bombardeado o ametrallado manifestantes pacíficos en febrero o
marzo de 2011;
- por otro lado, estuvieron disponibles desde un
inicio de los acontecimientos en Benghazi en febrero, testimonios
creíbles de pogromos racistas y linchamientos cometidos por los
renegados libios;
- la Unión Africana insistió constantemente y
desde el inicio del conflicto, en una paz negociada, una iniciativa
acogida por la Jamahiriya libia y rechazada por los renegados y por la
OTAN;
- la sanciones impuestas contra Libia, en base a la
flagrante mentira de su involucramiento en el atentado terrorista de
Lockerbie, afectaron muy negativamente el desarrollo de Libia entre 1992
y 2003;
- hasta 2011, la población de Libia disfrutó un nivel de vida sin paralelo relativo con el resto del continente africano;
-
la Jamahiriya libia ahorró 200 mil millones de dólares que fueron
administrados para el beneficio del pueblo libio y los países
empobrecidos de África;
- la Jamahiriya libia promovió un
sinnúmero de proyectos e iniciativas estratégicas de desarrollo a favor
de los demás países de África;
- antes de su golpe-insurrección
por contrato, los jefes renegados del CNT promovieron políticas
neoliberales pro-occidentales que fueron resistidas firmemente por
Muammar Al Ghaddafi; después de darse cuenta de la resistencia de
Muammar Al Ghaddafi a las reformas neoliberales más profundas en Libia,
la OTAN planificó y ejecutó un ejercicio de guerra en noviembre 2010
llamado "Southern Mistral" en el que practicaron un asalto militar
contra Libia.
ANÁLISIS CON PIES DE BARRO
Uno
podría seguir explorando más en detalle para rebatir todas las falsas
aseveraciones e hipócritas argumentos de los compañeros de viaje de la
OTAN como Ramonet, Achcar y Wallerstein. Pero basta de revisar las citas
arriba para ver cómo sus argumentos son infundados, sesgados,
deshonestos, arrogantes y cínicos. Tienen todas las características
clásicas del manejo de percepciones de la OTAN desde la revolución
cubana hasta los golpes apoyados por la ONU/OTAN en Haití y Costa
Marfil.
Immanuel Wallerstein falló de la manera más ridícula en
prever el curso de los acontecimientos en Libia. EL Consejo de Seguridad
de la ONU sí pasó una Resolución. La OTAN sí resolvió ir a la guerra.
El Presidente Sarkozy fácilmente logró conseguir la aprobación de su
país para la participación de las fuerzas armadas de Francia en la
guerra colonial contra Libia.
Wallerstein demostró una idiotez
total en su valoración de los hechos en marzo 2011. Podemos añadir el
ilustre cadáver de su reputación al Barco de Tontos a la deriva en
Libia, lleno de los inocentes de la OTAN que se equivocaron
categóricamente sobre los acontecimientos en ese país. La prepotencia de
Wallerstein lo llevó a una equivocación sin remedio. Por contraste, la
valoración de Fidel Castro y del Presidente Hugo Chávez fue
absolutamente acertada.
LAS FALSEDADES DE IGNACIO RAMONET
Ignacio
Ramonet falsifica totalmente la naturaleza de los acontecimientos en
Benghazi en febrero. No hay ninguna prueba confiable de que se disparó
contra manifestantes inocentes. En su momento, la versión del gobierno
libio fue confirmada por el testimonio, tanto del Secretario de Defensa
estadounidense Robert Gates y el oficial de mayor rango de las fuerzas
armadas Almirante Mullen como también por la inteligencia militar rusa,
todo antes de la Resolución 1973 del 19 de marzo. Ahora, los estimados
más altos de los muertos provocados por la insurrección armada entre
febrero y marzo es de alrededor de 250.
Ramonet se equivocó
porque tomó como fuente confiable un medio notorio de la guerra
psicológica de la OTAN, el periódico británico The Guardian. La
cobertura sobre temas internacionales de The Guardian es igual de
sesgada y cínica que la de El País o Le Monde. Ramonet también dependió
del medio Qatarí Al Jazeera, ahora abrumadoramente poblado por personal
que anteriormente trabajó para los medios corporativos de Norte América y
Europa.
No es tan raro como parece el que un supuesto radical
como Ignacio Ramonet ignorarse toda la larga historia de las
intervenciones imperialistas durante los últimos dos siglos. Hubo un
momento en que Ramonet estuvo muy orgulloso de haber promovido el Foro
Social Mundial – una organización muy cuestionada por sus niveles de
financiamiento corporativo.
CON RESPECTO A LIBIA, Ignacio
Ramonet sugiere como si fuese un hecho algo que definitivamente él no
sabe, es decir, que Muammar Al Ghaddafi ordenó el uso de la fuerza
extrema contra manifestantes pacíficos. Esta sugerencia es pura
propaganda de la misma manera que lo es su cita selectiva de los
comentarios de Muammar Al Ghaddafi en el momento de los hechos. Escribir
como lo hizo Ramonet, que la Resolución 1973 fue legal, legítima y
deseable, lleva el cinismo narcisista a sus extremos límites.
El
Secretario de Defensa estadounidense Robert Gates ya había indicado
correctamente que la imposición de una zona de exclusión aérea
necesitaba de una agresión militar. Pero la Carta de la ONU
específicamente excluye el uso ofensivo de la fuerza militar.
Solo
permite el uso de la fuerza para la autodefensa. Libia no atacaba a
nadie. Esto explica la aseveración del Timador-en-Jefe, el Presidente
Barack Obama, de que los Estados Unidos no estuvieron en guerra contra
Libia. Toda noción de la legalidad de la ONU desapareció al momento en
que los buques de guerra y los aviones de sus miembros más poderosos
lanzaron cientos de misiles y miles de bombas contra un país que no
había agredido a ningún otro miembro de la ONU.
De todas
maneras, la Resolución 1973 llama desde el inicio a una solución
pacífica y negociada. Pero la propuesta del gobierno libio, de la Unión
Africana y del bloque de países del ALBA todo el tiempo fue rechazada
por los renegados libios. Ellos la rechazaron porque tenían el apoyo de
los mismos gobiernos que cínicamente aprobaron la Resolución 1973,
sabiendo que ni ellos ni los renegados tenían la más mínima intención de
buscar la paz.
RAMONET ARGUMENTA QUE EL CHEQUE en
blanco de la ONU para una intervención fue legítimo en términos de la
solidaridad democrática. Aquí enfrentamos una contradicción fundamental
de la izquierda neocolonial internacional. Ignacio Ramonet, notorio
crítico del capitalismo corporativo, acepta tácitamente que Norte
América y Europa, después de todo, están compuestos por democracias
mientras describe explícitamente a la Jamahiriya libia como a una
dictadura.
Pero es la Jamahiriya libia la que cuidadosamente
ahorró miles de millones de dólares que seguidamente usó para el
beneficio del pueblo libio y los demás pueblos de África. En cambio,
fueron las podridas plutocracias de Europa y Norte América las que
chuparon secos sus pueblos para así enriquecer a una pequeña élite de
banqueros delincuentes y especuladores y de esta manera proteger a sus
criminales sistemas financieros. La solidaridad democrática de que habla
Ramonet es una mera confección narcisista conjurada para justificar su
prejuicio ideológico contra la Jamahiriya libia.
Concluir, como
lo hace Ignacio Ramonet, que la resolución 1973 fue de alguna manera
deseable, es una evidente locura deshonesta. Los términos de la
Resolución 1973 dejaron el tema completamente abierto a la libre
interpretación de los gobiernos norteamericanos y europeos. Ningún
observador serio y sincero esperaba menos que la aplicación despiadada
de la fuerza militar en apoyo a los artífices del golpe-insurrección
racista luchando desesperadamente para sobrevivir en Benghazi.
ESE GOLPE-INSURRECCIÓN NO TENÍA suficiente
apoyo popular para sobrevivir en el resto de Libia. Ramonet dejó a un
lado mucha información ya disponible que indicaba los mismos hechos que
se han confirmado una y otra vez desde el 19 de marzo. Los renegados no
tienen apoyo popular suficiente para controlar Libia sin el apoyo
militar de la OTAN. La reputación de Ramonet se junta como una cadáver
ilustre más al Barco de Tontos iluminados por las llamas del genocidio
de la OTAN en Zliten, Trípoli, Sirte y Bani Walid.
Gilbert Achcar – maestro de la guerra psicológica
El
caso de Gilbert Achcar es probablemente el caso de colaboración de un
intelectual con la OTAN más descarado y abierto en su guerra psicológica
contra el pueblo libio. Con respecto a Libia, Immanuel Wallerstein
resultó ser tonto e Ignacio Ramonet poco más que un bufón deshonesto. En
cambio, la postura de Gilbert Achcar está basada en una posición
política bien calculada de la más absoluta mala fe.
Achcar es
Profesor en Estudios del Desarrollo y Relaciones Internacionales en lo
que para efectos prácticos es un anexo del Ministerio de Relaciones
Extranjeras y Coloniales de Su Majestad de Inglaterra, la Escuela de
Estudios Orientales y Africanos en Londres. Achcar ha trabajado como
profesor universitario en Francia y Gran Bretaña por más de 30 años.
Sería ingenuo pensar que no ha sido cooptado por el ambiente académico
europeo con sus estrechos lazos con los gobiernos más poderosos de los
países de la OTAN. Sus comentarios sobre Libia no dejan duda de su
capitulación moral e intelectual como un apologista del colonialismo en
ese país.
“La idea de que los poderes occidentales intervienen
en Libia porque quieren derrocar un régimen hostil a sus intereses es
sencillamente irrisoria.” Es raro para un agente de la guerra
psicológica de la OTAN, el exponerse tan abiertamente de esta manera. De
todos modos, es evidente que la opinión irrisoria es la de Gilbert
Achcar al sugerir que los poderes occidentales, al atacar a Libia, lo
harían por cualquier otro motivo que no fuese el que Libia era un
problemático obstáculo para sus planes en diversos frentes.
ACHCAR SIGUE DEFINIÉNDOSE claramente
como un apologista de la OTAN cuando sin la menor vergüenza cita como
si fuera un hecho categórico las cifras más extremas y ridículas de
muertes civiles supuestamente provocadas por las fuerzas de la
Jamahiriya. Lo hace sin ninguna base en reportajes legítimos o
investigación responsable: “los estimados del número de muertos a
inicios de marzo van desde 1000 a 10,000, esta última cifra de la Corte
Internacional Penal y con estimados de la oposición en Libia de entre
6000 y 8000”.
Solo un mentiroso de la OTAN podría esperar que se
le tome en serio al citar como una fuente confiable la Corte
Internacional Penal. De hecho, resulta que la mentira de la CIP en este
asunto ya ha sido completamente desmentida junto con la otra mentira
absurda de la violación masiva de mujeres por las fuerzas de la
Jamahiriya medicadas con Viagra. El cadáver ilustre de Luis Moreno Campo
se une a los de Wallerstein, Ramonet y Achcar y sus cómplices
compañeros de viaje de la OTAN en la Lancha-funeraria de Tontos que se
consume en llamas en los desiertos de Libia.
LOS HECHOS CONFIRMADOS Y ACEPTADOS por
todos menos por colaboradores de la OTAN como Gilbert Achcar son que
las fuerzas de seguridad no dispararon contra manifestantes pacíficos en
Libia. Organizaciones respetadas de los derechos humanos calculan que
alrededor de 250 personas murieron en la insurrección armada entre el 17
de febrero y el19 de marzo. Pues, era muy poco probable que el gran
coco proclamado por Achcar de “una matanza a escala masiva” fuese a
suceder, especialmente porque las autoridades libias estaban dispuestas a
negociar. Lo que es absolutamente claro es el papel de Achcar como
alguien totalmente comprometido con la OTAN en su guerra psicológica
contra la Jamahiriya libia y contra todos aquellos que expresaban su
solidaridad con la Jamahiriya libia.
INTELECTUALES Y LA CONTRAINTELIGENCIA
En
las décadas de los 1950s y los 1960s, la CIA y sus homólogos de
inteligencia de los otros países de la OTAN invirtieron una gran
cantidad de dinero y recursos para sobornar intelectuales en Europa y
Norte América y en los demás del mundo también. La historia de la
revista Encounter y la carrera del poeta Stephen Spender son
interesantes en relación a este tema. Ejemplos abundan. Sería poco
realista pensar que las mismas prácticas no habrían persistido o que no
habrían llegado ser mucho más sofisticadas hoy en día.
Un
ejemplo de la manera en que funciona la red de contrainteligencia de las
personas que abiertamente colaboran con la OTAN en su guerra
psicológica se ha descubierto en relación a Libia. Uno de los
guardabarreras de la disidencia permisible, el sitio web español
Rebelión, dio prominencia a un artículo de Santiago Alba Rico. Como
Gilbert Achcar, Alba Rico es un prestigioso académico. Es especialista
en el mundo árabe en las mejores tradiciones del Orientalismo. Alba Rico
demuestra que el concepto crítico del Orientalismo desarrollado por
Edward Said puede metamorfosearse a sí mismo para los propósitos de la
propaganda neocolonial.
En el curso de su artículo Alba Rico
escribe de la complejidad de la situación en Libia solo para en seguida
simplificarlo de una manera drástica a favor de su punto de vista. “La
OTAN misma es consciente de esta complejidad, como lo demuestra el hecho
de que -tal y como recuerda Gilbert Achcar- ha bombardeado muy poco
Libia con el propósito de alargar la guerra y tratar de gestionar una
derrota del régimen sin verdadera ruptura con él.” Uno imagina a Achcar y
Alba Rico en lugares como Zliten o Sirte aconsejando a los familiares
de los asesinados por la OTAN que no lloren, “¿no ven? Solo les
bombardearon un poquito...”
SOLO LOS SINVERGÜENZAS MÁS DESALMADOS dirían
que Libia ha sido bombardeada “muy poco”. En el momento justo, Alba
Rico se afianza de esta grotesca, cínica, inhumana falsedad de Achcar
para acarrear agua al molino de su propia apología del asalto
colonialista despiadado contra la Jamahiriya libia. Pero, Es tiempo de
dejar las mentiras e hipocresías de estos colaboradores de la OTAN y
examinar su comportamiento y su ética.
Una fuente muy útil de
información sobre lo que de verdad ha ocurrido en Libia ha sido la
bloguera Leonor Massanet. Alguien que hasta hace muy poco trabajaba en
enlace con Rebelión ha confirmado que Santiago Alba Rico en
comunicaciones privadas deliberadamente despreció a Leonor y cuestionó
su integridad a escondidas para asesinar su carácter. El evidente
objetivo de Alba Rico fue de quitarle credibilidad a Leonor Massanet
porque su perspectiva creíble y plausible de los acontecimientos en
Libia contradecía el patentemente falso análisis de él.
Cuando
uno encuentra este tipo de casos de personas que de una manera
encubierta hacen no-personas a individuos por sus opiniones, se ha
llegado al límite del legítimo debate intelectual. Al otro lado de esa
frontera uno se entra en el abuso del poder para lograr objetivos de
contrainteligencia con el fin de neutralizar la disidencia legítima. En
estos momentos el mundo entero es una vasta mezcolanza de conflicto de
baja intensidad y guerra abierta. Las élites occidentales están
firmemente decididas a dominar a los pueblos del mundo y a controlar
todos los recursos de esos pueblos. Las actividades de colaboradores y
compañeros de viaje de la OTAN como Gilbert Achcar y Santiago Alba Rico
están lejos de ser inocentes o de ser mera coincidencia.
Aquí enfrentamos la realidad de
la profunda hipocresía de los cooptados medios alternativos de
información. Todos, sea Counterpunch, ZCommunications , Le Monde
Diplomatique o Rebelión dicen ofrecer información confiable desde
diferentes puntos de vista. Y todos están infestados de hipócritas
falsos y narcisistas que suprimen los puntos de vista que no les gustan.
Todos operan lo que Gilbert Achcar describiría como censura
“estalinista” y hacen no-personas de la gente sin pensarlo dos veces.
Relegan a las personas a los márgenes y cuando estas lo reclaman les
llaman “sectarios”. Leonor Massanet no es la primera víctima de este
tipo de comportamiento y no será la última de esta cultura gerencial
mentirosa y perniciosa manipulada con fines de contra-inteligencia.
LA GUERRA PSICOLÓGICA GLOBAL
La
guerra psicológica es un componente imprescindible de la guerra total. A
lo largo de los 1980s y los 1990s el sector no gubernamental de Europa y
Norte América fue sistemáticamente cooptado por los gobiernos de los
países de la OTAN para servir sus fines propagandísticos. En efecto, son
la mano blanda hacia afuera de los respectivos Ministerios de Asunto
Exteriores de sus países. Rutinariamente proyectan de una manera, no muy
obvia de antemano, las políticas exteriores de sus países. Esta
realidad ha sido muy bien documentada. Y eso es igualmente válido para
las estructuras disponibles a los trabajadores de la producción
intelectual como lo es para el caso de las ONGs.
La cobertura de
los medios alternativos del golpe-insurrección por contrato contra la
Jamahiriya libia ha demostrado esta realidad con la más asombrosa
claridad. Junto con la Jamahiriya libia, otras víctimas perennes de su
engaño e hipocresía han sido el Frente Sandinista de Liberación Nacional
en Nicaragua, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y también
los Partidos Comunistas de diversos países en general. Seguramente
otras personas ligadas a otros temas y causas habrán tenido la misma
experiencia.
Es un hecho que las redes intelectuales y
culturales neocoloniales tienden a dominar la producción intelectual
antiimperialista a nivel internacional. Sus miembros tienen mucho
interés en sostener la estructura de clase inherente a ese proceso de
producción, una estructura que censura eficazmente argumentos no
deseados y que sostiene parámetros custodiados estrictamente. La
invasión colonial a Libia ha demostrado con absoluta claridad que un
antiimperialismo eficaz – por ejemplo del FSLN en Nicaragua o el PSUV en
Venezuela – está bajo amenaza desde la derecha y desde la izquierda.