Lo más llamativo de los más que presuntos desfalcos tramados y
ejecutados por Urdangarín con el paraguas de la Casa Real es, una vez
más, la impunidad. Qué tendrán algunos, especialmente la aristocracia de
cuna, que creen que este país es su cortijo, las personas sus perrunos
lacayos y dios y los obispos sus testigos. Desde que nos alcanza la
memoria. Desde, cuando menos, los Reyes Católicos. Insaciables
señoritos.
La derecha mallorquina lleva años quejándose del enriquecimiento del
yerno presunto ladrón, dolida, como siempre, porque no les alcanzaba su
cuota parte. Llegado un punto, parece que los reyes ni siquiera reparten
entre sus cortesanos. Fue una de las quejas de Javier de la Rosa con el
lío de las Torres Kio y los dineros de Kuwait. Ya lo había dicho
Talleyrand -recogido por Stefan Zweig en su Fouche-: “Es
costumbre real el robar. Pero los Borbones exageran”. El enfado de la
derecha, sin embargo, tiene vieja data. Hay una parte, que viene del
falangismo, a la que no le gustan los reyes. Otra parte, nostálgica de
la CEDA, cree que el nacional-catolicismo se gestiona mejor con una
estructura republicana. Otros están simplemente dolidos por el
abandono. Hay un lamento de la derecha porque los Borbones se llevan
mejor con los socialistas del PSOE que con las diferentes familias del
PP. Algún día el PSOE encontrará algún hilo propio. Mientras, sigue
desmadejando con paciencia de Ariadna el tapiz trenzado por el
franquismo. La alegría que Felipe González tuvo un día con Fraga –hasta
lo nombró Jefe de la Oposición para perpetuarlo- es la que tiene el PP
con un PSOE al que mueve con soltura de títere. Y como se lleva bien con
el Monarca ¿para qué preocuparse de, pongamos por ejemplo, el Estado
social?
Que
Urdangarín se lo estaba llevando en Mallorca y aledaños era vox populi.
De ahí que el Rey, en vez de denunciarlo y ponerle delante de los
tribunales, lo invitara a marcharse a la metrópoli, que las penas en la
distancia parecen menos. Algo que la madre de la Infanta –que no hay
más que una- afeara al licencioso de Juan Carlos, interesado solamente
en su cargo, su descendencia inmediata y sus caprichos. La Reina Sofía
de Grecia viajó a Washington con el Hola y se dejó fotografiar
en esos momentos de tribulación al lado de los cuestionados. Pero hay
veces en que ni siquiera llenando la Gran Vía de elefantes puedes
ocultar un elefante. Qué no habrá visto el marido de la Infanta
Cristina de Borbón en las comidas de Navidad familiares para permitirse
el lujo de presuntamente robar con tanto descaro y, además, saber que su
esposa iba a verlo todo con entera naturalidad. Pobre Cristina (pobre
en términos morales). Cuando estudiaba ciencias políticas en la
Complutense miraba con recelo esa pendiente. Pero la carga de la corona
vence, parece, cualquier escrúpulo.
Hace años, Jesús Cacho escribió en El Mundo que la corrupción en
Madrid era una derivación del quehacer del Rey Juan Carlos,
multimillonario y comisionista que, además de recibir dinero público de
todos los españoles, no cesa de hacer negocios privados que abultan su
cuenta de resultados a cifras escandalosas. El comportamiento del Rey
sería la patente de corso para el resto de asuntos que desembocaron en
la crisis del ladrillo. No en vano, una buena parte de los amigos del
Rey –esos con los que caza- han pasado por la cárcel: los Albertos,
Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde… No hay que olvidar que su
abuelo, Alfonso XIII, perdió la Corona ante la República. Un rey en el
exilio es teatralmente enternecedor. Ante una situación penosa, aquel
personaje gritó desde la implacable necesidad “ A Dios pongo
por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya
pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos.
Aunque tenga que mentir, robar, ¡ A Dios pongo por testigo que jamás
volveré a pasar hambre ! “. Pero ya sabemos que no
hablamos ni de la Transición a la democracia ni del rey Juan Carlos,
sino de Scarlett O’Hara en “Lo que el viento se llevó”. El viento que
se llevó la democracia en 1936.
Dicen algunos que la crisis de la Casa Real se solventa con la
abdicación del rey y su sustitución por el príncipe Felipe y consorte.
Qué fijación tiene el PSOE con los Borbones. ¿Felipe de Borbón Rey? ¿El
que dijo que renunciaba a la luna de miel para luego enterarnos -porque
la policía norteamericana les revisó las maletas- que había contratado
en secreto un avión para irse a una isla caribeña con sus colegas pijos?
¿El que nunca ha encontrado tiempo para visitar a los trabajadores en
ninguna situación dolorosa? ¿El que nunca ha renunciado, aún sin serlo
todavía, a vivir a cuerpo de rey?
Hace unos meses, y al calor de la crisis económica, el príncipe
Felipe pedía una “segunda transición”. Quizá tenía razón, aunque la que
necesitamos es bien diferente a la que el alevín de monarca se desea. Es
tiempo de una asamblea constituyente que nos permita encarar la crisis,
terminar con una herencia franquista que se ha enquistado en la
corrupción política y hacer de la tercera república un lugar de
corresponsabilidad ciudadana alejada de las tutelas regias y las
imposiciones autoritarias. ¿Nos atrevemos a ser mayores de edad de una
maldita vez? Hay películas que están envejeciendo fatal.
http://www.comiendotierra.es/?p=558
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