Debido al gran interés que ha
despertado el artículo “El gran error de la Socialdemocracia: Las
semejanzas entre el gobierno Schröder y el gobierno Zapatero” y como
parte de la reflexión necesaria que debiera tomar lugar dentro del
socialismo español, el blog del profesor Navarro presenta de nuevo la
entrevista que dio para los estudiantes progresistas de Cataluña sobre
la crisis de la socialdemocracia en España.
Esta entrevista con el Profesor
Navarro se centra en el análisis de las causas de la gran crisis de la
socialdemocracia en España.
Pregunta (P.) ¿Cómo interpreta el enorme descenso electoral del PSOE y del PSC?
Respuesta (R.) Creo que hay que
diferenciar entre el PSOE y el PSC. Son dos partidos que existen en
contextos diferentes como son España y Catalunya. En España el fenómeno
bipartidista define de una manera muy marcada la vida política española,
mucho más que en la política catalana, donde está menos acentuado el
bipartidismo, con mayor pluralidad de sensibilidades políticas y, por lo
tanto, de alianzas políticas que influencian en gran manera el
comportamiento del partido socialista en Catalunya.
(P.) Centrémonos, pues, primero en el PSOE ¿Cómo explica su declive?
(R.) Tal declive era muy predecible, y
para entenderlo hay que remontarse al año 2004, cuando se establecieron
las bases conceptuales de la política económica y fiscal del gobierno
socialista. La filosofía del equipo Zapatero queda muy bien reflejada en
el libro de Jordi Sevilla De nuevo socialismo, influenciado por el New
Labor del Sr. Tony Blair. En este libro del asesor económico de mayor
influencia en lo que en España se llamaba la Nueva Vía -más tarde
conocida como zapaterismo- queda bien definida esta política de que hay
que bajar los impuestos, de que debe diluirse la progresividad fiscal,
de que hay que desregular los mercados, incluido el financiero, de que
hay que evitar la expansión del gasto público y otras medidas de claro
corte neoliberal, aún cuando su autor utiliza el término liberal. En
términos económicos, el neoliberalismo es la versión acentuada del
liberalismo.
(P.) Usted hace una crítica de la
política económica y fiscal de la Nueva Vía en su libro “El
subdesarrollo Social de España: Causas y Consecuencias”.
(R.) Sí. También critico la visión que
tiene otro autor –Miguel de Sebastián- que tuvo gran influencia en el
desarrollo de estas políticas que definí como socioliberales. Este autor
tomaba el Partido Demócrata de EEUU como su modelo, un partido que
conozco bien y que es un mero instrumento de lo que en EEUU se llama la
Corporate Class, la clase del gran mundo empresarial.
(P.) Usted utilizó el término socioliberal que se extendió más tarde ¿Qué quiere decir con este término?
(R.) Que son liberales, y alguno de
ellos claramente neoliberales, que intentan tener sensibilidad social.
No dudo de que la tengan. En realidad, el gasto público social por
habitante creció notablemente durante el periodo 2004-2008, una de las
causas de su reelección. Hay que señalar también que el hecho de que
tuvieran que aliarse con los partidos a su izquierda IU, ICV-EUiA, ERC y
BNG facilitó el desarrollo de su sensibilidad social.
Pero tal expansión del gasto público social no se debió a reformas fiscales progresivas y redistributivas, sino al crecimiento económico consecuencia de la burbuja inmobiliaria. En realidad, Zapatero disminuyó los impuestos, sobre todo de las rentas superiores y de las rentas del capital. Ello creó el déficit estructural del Estado que quedó oculto con la burbuja inmobiliaria y el consecuente incremento de los ingresos al Estado. Pero cuando la burbuja estalló, apareció con toda su dimensión aquel déficit estructural del Estado. Es absurdo que ahora se intente reducir el déficit a base de recortes del gasto público, incluyendo el social, en lugar de revertir la bajada de impuestos que ocurrió durante los gobiernos Aznar y Zapatero.
Pero tal expansión del gasto público social no se debió a reformas fiscales progresivas y redistributivas, sino al crecimiento económico consecuencia de la burbuja inmobiliaria. En realidad, Zapatero disminuyó los impuestos, sobre todo de las rentas superiores y de las rentas del capital. Ello creó el déficit estructural del Estado que quedó oculto con la burbuja inmobiliaria y el consecuente incremento de los ingresos al Estado. Pero cuando la burbuja estalló, apareció con toda su dimensión aquel déficit estructural del Estado. Es absurdo que ahora se intente reducir el déficit a base de recortes del gasto público, incluyendo el social, en lugar de revertir la bajada de impuestos que ocurrió durante los gobiernos Aznar y Zapatero.
(P.) Y su neoliberalismo económico y fiscal fue la causa del declive electoral del PSOE.
(R.) No hay ninguna duda de ello. La
respuesta del equipo económico del gobierno Zapatero a la crisis fue
típicamente neoliberal. No hay que olvidar que su Ministro de Economía,
el Sr. Solbes, había dicho que su máximo logro al final de su primer
mandato, 2004-2008, había sido no aumentar el gasto público –dicho en el
país que tiene un gasto público, incluido el social, más bajo de la
UE-15-. Solbes había sido el comisario de Hacienda y Asuntos Monetarios
de la UE, es decir, el guardián de la “ortodoxia neoliberal” en la Unión
Europea. Era lógico y predecible que no entendiera la crisis que se les
venía encima.
Y las políticas económicas de Elena
Salgado eran una mera continuación de las políticas de Solbes. Fueron en
realidad una extensión de Solbes. Cuando Salgado fue Ministra de
Sanidad, nunca cuestionó el dogma existente en el Ministerio de Economía
y Hacienda de que España se gastaba ya en sanidad lo que le
correspondía por su nivel de riqueza.
(P.) El argumento de muchos economistas neoliberales en España.
(R.) Sí, tal argumento está basado en
una serie de supuestos altamente cuestionables y fácilmente
falsificables. En realidad, España se gasta en sanidad mucho menos de lo
que le corresponde por su nivel de riqueza. Y este déficit de gasto
público en sanidad se reproduce en todas las áreas del Estado del
Bienestar. España se gasta 66.000 millones de euros menos de lo que
debería gastarse por su nivel de riqueza.
(P.) Usted cree, pues, que el equipo económico del equipo Zapatero era y es neoliberal
(R.) Creo que la evidencia es bien
clara. Gran número de sus economistas procede de la banca: Miguel de
Sebastián, David Taguas -que quería privatizar la Seguridad Social, como
hizo el general Pinochet en Chile- y muchos otros. Y gran número de
ellos han sido académicos financiados por la banca o instituciones como
Fedea, que ha estado, a su vez, financiada por la banca. Su respuesta a
la crisis ha sido predeciblemente neoliberal. Todos ellos asumen
erróneamente que el problema financiero que tiene España se debe a la
famosa “falta de confianza” que tienen los mercados financieros hacia
los Estados, incluyendo el español. De ahí su receta de que hay que
recortar el Estado del Bienestar para dar “confianza” a los mercados.
(P.) Usted ha escrito extensamente críticas hacia esta postura
(R.) Sí. Las políticas públicas basadas
en tales teorías neoliberales han sido innecesarias y contraproducentes.
Fíjese. Toda una serie de medidas, tales como la congelación de las
pensiones, reducción del gasto y empleo público, incluyendo gasto
público social, desregulación de los mercados laborales, reducción de
los salarios, retraso de la edad de jubilación, entre otros, han sido
inútiles para recuperar lo que ellos llaman “la confianza de los
mercados”. Hoy la prima de riesgo es más elevada que antes de iniciarse
estos recortes. ¿Para qué han servido todas estas políticas?
(P.) Pero el gobierno Zapatero se defiende diciendo que no tenía otra alternativa.
(R.) Ello no es cierto, y es fácil de
demostrarlo. Los mercados financieros, o Bruselas, o Merkel-Sarkozy, o
cualquier influencia externa a la cual puedan hacer referencia, insiste
en que hay que reducir el déficit, pero no dicen cómo hay que reducirlo.
Nadie le dijo a Zapatero que tenía que congelar las pensiones. Fue una
decisión suya, a fin de ahorrar 1.500 millones de euros. Pero podría
haber conseguido estos fondos, incluso mayores, revirtiendo la bajada
del impuesto de sucesiones, consiguiendo 2.552 millones de euros o
recuperando el impuesto del patrimonio, 2.100 millones, o eliminando la
bajada de impuestos de las personas que ingresan más de 150.000 euros al
año, 2.500 millones de euros. No escogió estas medidas, y en su lugar
congeló las pensiones. No es cierto que no había alternativas. En el
libro que Juan Torres, Alberto Garzón y yo hemos escrito Hay
alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España,
detallamos las alternativas posibles. En realidad, escogieron, en
ocasiones, las más duras e impopulares para mostrar al exterior que
tenían “el coraje de tomar decisiones impopulares” Una especie de
machismo económico para impresionar a los mercados, o a Bruselas o a
Merkel-Sarkozy. Como siempre, su coraje se limitaba a enfrentarse con
los débiles, mostrando una gran cobardía para enfrentarse con los
poderosos.
(P.) La necesidad de impresionar a los mercados, entre otros, era, pues, la motivación de sus políticas.
(R.) El equipo económico cree en el
dogma neoliberal que, como le acabo de decir, asume que la crisis se
debe a la falta de confianza de los mercados. Y de ahí su estrategia de
dar confianza. El error de este supuesto es enorme y está causando
estragos en el bienestar de la población. El problema no es la falta de
confianza de los mercados especulativos sino la ausencia de herramientas
del Estado español para defenderse de mercados especulativos. Los
Estados de la Eurozona no tienen la capacidad de imprimir moneda y
comprar su propia deuda pública, defendiéndola frente a los mercados. Y
el Banco Central Europeo no es un banco central. Es predominantemente un
lobby, y muy en especial de la Banca alemana Ahí está el problema.
Ninguna deuda pública está a salvo. Ni siquiera la deuda pública
alemana. Todo este argumento de recuperar la confianza de los mercados
es una frivolidad o una excusa para recortar el Estado del Bienestar. No
hay que ignorar que la banca y la gran patronal están utilizando la
crisis como excusa para conseguir lo que siempre han deseado, es decir,
la reducción de los salarios y de la protección social.
(P.) De ahí la indignación del electorado del PSOE
(R.) Exacto. Lo que vimos en el 20-N no
fue sólo un desapego hacia el PSOE, sino un enfado. Al PSOE le costará
mucho remontar este enorme bache.
(P.) ¿Cree usted que hay posibilidades de que vuelvan a movilizar a sus bases electorales?
(R.) Sería muy necesario para el país, pero lo dudo seriamente. No veo una actitud autocrítica suficiente.
(P.) Pero el candidato Rubalcaba pareció distanciarse de las políticas de Zapatero.
(R.) No he visto una postura crítica de
Rubalcaba hacia el último gobierno. Antes al contrario. Felicitó a
“Zapatero por haberse sacrificado por el bien del país”, lo cual parece
conllevar el argumento de que las políticas del Gobierno, del cual era
el segundo de a bordo, fueron las mejores para el país. Creo que lo que
está ocurriendo muestra que tales políticas no eran las que el país
necesitaba.
(P.) Hay un intento de presentar a Zapatero como el Schröder español.
(R.) Es interesante que se presente esta
semejanza como una comparación positiva, pues se asume erróneamente que
Schröder hizo las reformas necesarias para que Alemania se enfrentara,
más tarde, exitosamente a la crisis. En realidad, Schröder estableció
las bases para el deterioro del bienestar de las clases populares y que
no se resolviera la crisis actual. En España, los mayores medios de
información han idealizado Alemania. El modelo alemán es el modelo del
mundo financiero y de la gran patronal, y su supuesto “milagro” ha
estado basado en una gran explotación de la clase trabajadora alemana.
Hoy, el modelo alemán basado en exportaciones es uno de los mayores
responsables del estancamiento económico de la Eurozona. Si Oskar
Lafontaine, el Ministro de Economía de aquel gobierno, hubiera ganado en
su disputa con Schröder, hoy Alemania y su demanda doméstica, basada en
el crecimiento de los salarios y de la protección social, sería el
motor de la recuperación económica de la UE. En lugar de ello, Alemania
está estancada y la Eurozona está estancada. Y con un notable deterioro
de su bienestar social, consecuencia de las políticas iniciadas por
Schröder. El 53% de la población alemana juzga insuficiente su
protección social, y el 64% está insatisfecha con su sanidad y con su
educación, y un largo etcétera. El Estado del Bienestar alemán se ha ido
reduciendo, consecuencia de aquellas reformas.
(P.) Pero el desempleo es muy bajo y continúa bajando.
(R.) Pero ello no se debe a las reformas
introducidas por Schröder. Se debe al sistema de cogestión en que los
trabajadores tienen peso dentro de las empresas e impiden a los
empresarios a que despidan a los trabajadores, insistiendo en que se
distribuya el tiempo de trabajo, disminuyendo las horas de trabajo por
trabajador en lugar de destruir puestos de trabajo. Lo que ha conseguido
la reforma laboral de Schröder ha sido que el 20% de los asalariados
sean trabajadores pobres.
Y mientras, el excedente producido por
el crecimiento de la productividad ha ido, no a mejorar los salarios y
la protección social, sino a enriquecer las rentas del capital,
creándose una enorme plusvalía de euros, resultado de la importancia de
las exportaciones como motor de su economía que, a través de sus bancos,
posee la mayor deuda pública y privada de los países periféricos.
El modelo alemán le ha ido muy bien a la Banca alemana y al mundo empresarial exportador para el cual hoy Schröder trabaja. Pero, el modelo alemán construido en una enorme explotación de su clase trabajadora, como bien predijo una de las mentes más claras de la socialdemocracia alemana, Oskar Lafontaine, está perjudicando a todas las clases populares de los países de la Eurozona,
El modelo alemán le ha ido muy bien a la Banca alemana y al mundo empresarial exportador para el cual hoy Schröder trabaja. Pero, el modelo alemán construido en una enorme explotación de su clase trabajadora, como bien predijo una de las mentes más claras de la socialdemocracia alemana, Oskar Lafontaine, está perjudicando a todas las clases populares de los países de la Eurozona,
(P.) ¿O sea, que usted acepta este paralelismo entre Schröder y Zapatero?
(R.) Sí. Los dos fueron responsables del
colapso de la socialdemocracia y de la crisis posterior, acentuado por
sus alianzas con Merkel.
(P.) No ve usted a Rubalcaba como posible cambio.
(R.) No. Pero a esta observación hay que
añadir varios comentarios. Uno es que lo más sorprendente de lo que ha
ocurrido en el PSOE en los últimos años de crisis es el enorme silencio
frente a unas políticas tan contrarias al proyecto socialdemócrata. Ha
sido un enorme signo de falta de cultura democrática del PSOE -que se
reproduce en el PP-la falta de voces críticas a Zapatero y a sus
políticas. Sólo un miembro del partido socialista, Josep Borrell,
criticó abiertamente la reforma constitucional y la ausencia de un
referéndum que la ratificara. No es de extrañar que continúe siendo una
de las figuras más populares entre las bases de aquel partido. Por lo
demás, ha habido un silencio ensordecedor. ¿Dónde estaban las
“izquierdas socialistas”? Este silencio y unanimidad han hecho un enorme
daño y hace poco creíbles ahora los cambios de Rubalcaba.
Otra respuesta es que es poco creíble y
muy poco coherente que personas que han defendido y compartido el
proyecto Zapatero ahora se presenten como reformadores. La victoria de
Rajoy, cuyas habilidades dialécticas y argumentativas son claramente
limitadas, en el reciente debate televisivo se basó en acentuar la
responsabilidad que tenía Rubalcaba en cada una de las áreas que él
ahora criticaba, preguntándole, además, por qué no había plasmado sus
propuestas mientras estaba en el gobierno.
(P.) Usted duda, pues, de que la reforma pueda proceder de los grandes nombres que aparecen en los medios
(R.) Sí, porque se les ve y percibe como
meramente oportunistas. Dan la imagen de que cambian de chaqueta cuando
les conviene. Tendrían que haber criticado con anterioridad, incluso a
costa de su cargo, pero estuvieron no sólo callados, sino que
defendieron aquellas políticas.
(P.) Decía usted que había otras razones para su escepticismo sobre la capacidad de reforma.
(R.) Otra razón es la manera como se
está intentando hacer la reforma. Compárese con las primarias
Almunia-Borrell del 2000 o con las primarias del partido socialista
francés. Lo que estamos viendo es un intento controlado de evitar
cambios más profundos en el PSOE. Debieran ser los militantes y
simpatizantes, y no un comité federal, los que escogieran al candidato.
El hecho de que no sean los militantes es un indicador de que desea
controlarse. La dirección es consciente de la enorme indignación que
existe entre las bases y no quieren que éstas hablen directamente.
Desean que sean los aparatos del partido aquéllos que decidan.
(P.) Hablemos del PSC. ¿Cómo explica su crisis?
(R.) El Partido Socialista de Catalunya
ha sido históricamente más progresista que el PSOE. Y su gobierno, el
tripartito, ha sido mucho más progresista que el gobierno Zapatero.
Ayudó a ello que el PSC tuvo que gobernar con la ayuda de otros dos
partidos a su izquierda, ICV-EuiA y ERC, que reforzaron su dimensión de
izquierdas.
(P.) ¿Qué diferencias ve entre el gobierno Zapatero y el tripartito?
(R.) Bastantes. Una de ellas es que fue
crítico, incluso explícitamente, con las políticas fiscales del Gobierno
Zapatero. Cuando Zapatero dijo que “bajar impuestos era de izquierdas”,
el conseller de Economía, Antoni Castells, del gobierno tripartito, lo
criticó pública y explícitamente. Y tal gobierno aumentó los impuestos
de las rentas superiores, al contrario de lo que hizo el gobierno
Zapatero. Fue también más progresista en las áreas sociales, donde
Zapatero fue bastante timorato. Las reformas sanitarias, educativas,
sociales y de la vivienda del tripartito fueron, en general, más
progresistas que las del gobierno Zapatero. No quiero desmerecer las
políticas sociales del gobierno PSOE. Y algunas, como las ambientales,
fueron profundas. Pero en general, el contexto político de Catalunya
favoreció una alianza política que determinó unas políticas más
progresistas en Catalunya que en el gobierno de España.
(P.) Pero, ¿cómo explica usted el mal nombre del gobierno tripartito?
(R.) Por la enorme agresividad del
establishment conservador neoliberal que domina la vida intelectual y
mediática de Catalunya (incluidos los medios públicos TV3 y Catalunya
Ràdio). La alianza oportunista de ERC con CiU en los medios públicos de
la Generalitat, durante el tripartito, ayudó a desacreditar al
tripartito a costa de CiU. Fue un enorme error de ERC que le costó las
elecciones, donde el nacionalismo aumentó a costa de la sensibilidad
social en tales medios. Siempre que ERC se corre hacia la derecha,
apoyando a CiU, pierde parte de su electorado.
(P.) Usted ha criticado a las fuerzas
conservadoras nacionalistas catalanas por utilizar el argumento del
déficit fiscal para ocultar el déficit social.
(R.) Exacto. La mayor causa del
deterioro social de Catalunya es que las clases pudientes –representadas
por las derechas- no están pagando los impuestos que deberían. Los
nacionalistas de derechas utilizan las banderas para esconder este hecho
hablando de “expolio nacional” cuando el “expolio social” es mucho
mayor.
(P.) ¿Ha intervenido el Gobierno Zapatero en la política catalana?
(R.) Sí, y de una forma negativa más que positiva. Y de ahí la otra causa del declive del PSC.
(P.) ¿Cómo?
(R.) Su dependencia del PSOE ha limitado
su capacidad de protesta y crítica. Como ya les he dicho, es
sorprendente el silencio del PSC en cuanto a las políticas económicas y
fiscales del gobierno Zapatero en su segundo mandato. Estoy hablando del
PSC, no del gobierno. El gobierno está limitado en cuanto a lo que
puede decir, pero no así el partido. El hecho de que los responsables de
las áreas dentro del partido fueran también los respectivos consellers,
dificultó enormemente el distanciamiento del partido del gobierno
Zapatero. El PSC debía haberse distanciado de las políticas de Zapatero,
criticándolas. Su silencio fue suicida. Y el hecho de que algunas voces
de la dirección las defendieran fue un error tremendo, del cual han
pagado un coste elevadísimo.
(P.) Sí, es sorprendente que ningún dirigente del PSC criticara las políticas de Zapatero
(R.) Sí. Como también es sorprendente la
lentitud en la respuesta del PSC a los recortes del gobierno Mas. Hay
un momento después de las elecciones catalanas que es significativo. Es
cuando una figura mayor en el equipo económico del tripartito, en un
esperado discurso después de perder las elecciones, aprobó y apoyó los
recortes sociales del gobierno Mas, acusando a los que nos oponíamos
como “demagogos”, el término más utilizado en la narrativa del
establishment catalán para responder a las críticas que se les hacen.
Por fin, la dirección del PSC critica ahora tales recortes del gobierno
CiU. Pero hubieran tenido más credibilidad si lo hubieran hecho antes
frente a los recortes del gobierno Zapatero.
La segunda parte de esta entrevista (titulada El futuro de las izquierdas) se publicará en un próximo número.
La segunda parte de esta entrevista (titulada El futuro de las izquierdas) se publicará en un próximo número.
Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas
Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy.
The Johns Hopkins University