La hora de la verdad para el sindicalismo de clase

La propuesta de reforma laboral planteada ayer por el gobierno del Régimen de la 2ª Restauración Borbónica marca un antes y un después en la agresividad de la lucha de clases en el plano económico y arroja luz sobre la lanzas que los capataces del capital están dispuestos a romper para lograr la tan ansiada recuperación de la tasa de ganancia.

En mi opinión la reforma laboral que ha llegado tiene tres ejes:

Medidas tendentes a reducir los costes laborales e incrementar los efectivos del ejército de reserva

Aquí se ubicarían todas las medidas que buscan facilitar y abaratar el despido en las empresas, reduciendo la indemnización por despido, ampliando los casos en los que se considera que el mismo es procedente, ERE sin autorización administrativa, etc… En realidad no supone un salto cualitativo con respecto a reformas anteriores, simplemente otra vuelta de tuerca más en la dinámica conocida desde la aprobación del Estatuto de los Trabajadores. Por eso resultan cómicas las declaraciones de los dirigentes del PSOE “denunciando” que la reforma abarata el despido.

Transferencia de rentas del trabajo al capital

En este apartado se inscriben medidas como las bonificaciones a la seguridad social para determinados supuestos, la compatibilización del cobro del paro con el salario, la persecución del fraude en el cobro del paro, etc… Tampoco esto es una novedad, sigue profundizando en aspectos ya tratados por reformas laborales de anteriores gobiernos.

Desregulación de las relaciones laborales y ataque a los sindicatos

Este es desde mi punto de vista el elemento fundamental que introduce esta reforma y que no se había tocado en las anteriores. La limitación del principio de ultraactividad de los convenios colectivos a dos años abre la puerta a desarrollos y potencialidades que antes era difícil que se produjeran, teniendo en cuanta la estructura de las relaciones laborales en el Estado y en los centros de trabajo.
La ultraactividad es el principio por el cual si en una negociación sobre un convenio colectivo no se llega a un acuerdo entre los sindicatos “representativos”[2] del sector, se mantiene vigente el convenio existente.
Si eliminamos este principio, que la reforma que nos ocupa limita a dos años, en caso de no llegar a un acuerdo en la negociación, la autoridad laboral competente (Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el Gobierno) sería la encargada de dictaminar, a la luz de la legislación aplicable (Estatuto de los Trabajadores). Si no se llega a un acuerdo entre patronal y sindicatos, el convenio permanece vigente hasta dos años máximo. A partir de ahí caduca y la normativa de referencia es el Estatuto de los Trabajadores.
El lector que tenga dos dedos de frente ya habrá vislumbrado el peligro que esto supone en la coyuntura actual que hay que recordar que es la siguiente:
  • Bajo nivel de movilización, organización y concienciación de la clase obrera.
  • Crisis económica de superproducción, caída de la tasa de ganancia, razones objetivas para que la patronal quiera presionar a la baja los salarios.
  • Gobierno de turno de la fracción derecha de la burguesía española (PP).
  • Cesión de soberanía en materia económica de la burguesía nacional a favor del eje franco-alemán y su proyecto imperialista (UE).
  • Apuesta de la burguesía española por la exportación.
Esto significa que la patronal en las empresas ya no necesita negociar nada, simplemente les basta con levantarse de la mesa de negociación y esperar a que venza en convenio colectivo. Van a utilizar todos los mecanismos de los que puedan echar mano para intentar rebajar los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores, la presión va a ser brutal y ya no será posible recurrir a la legislación del periodo anterior para protegerse. El paraguas normativo que representan los convenios colectivos tiene los días contados. Solo se mantendrán los derecho en las empresas o sectores donde las organizaciones sindicales quieran (y sobretodo puedan) movilizar de manera efectiva a los trabajadores para defender esos derechos.
Podríamos estar ante la firma del acta de defunción del sindicalismo de concertación y servicios, les guste o no a sus protagonistas.

¡Pues estupendo! ¿no?

¡No! Eso de que “cuanto peor, mejor” no se aplica en este caso, porque tenemos que tener en cuenta el grado de desmovilización y el retroceso histórico en conciencia de clase que se ha dado en España desde hace como mínimo dos décadas. El movimiento obrero que había en España al terminar la llamada Transición era el resultado de años de lucha y acumulación de fuerzas, huelgas, represión, cárcel y exilio. Además a eso tenemos que añadir una coyuntura internacional más favorable en lo económico y lo político. El periodo posterior a la segunda guerra mundial (en España se empezó con retraso) es una etapa de crecimiento y expansión que permitía a las burguesías nacionales incrementar los salarios y mejorar las condiciones laborales de forma generalizada, la economía lo permitía. Esto finaliza a finales de los 60.
Por otra parte no podemos sacar de la ecuación el factor de amenaza que suponía para la estabilidad de los países capitalistas agrupados en torno a EE.UU. la existencia de un todavía pujante (aunque con debilidades) campo socialista en torno a la URSS.
Esos factores no están presentes hoy. Lo que tenemos es la UE, el Gran Hermano, la Playstation, las ETT, etc… Sólo en el último año ha surgido, entre gran parte de la juventud una corriente que pone en cuestión el régimen existente y de forma muy tímida todavía, se trata del movimiento de los indignados.
Si nos retrotraemos más en la historia… pensemos en el periodo transcurrido entre las primeras huelgas del proletariado y las primeras conquistas sociales de envergadura. La educación gratuita generalizada fue introducida en Alemania a finales del XIX. Hubo que esperar a la década de los 40 del siglo XX para ver un sistema universal de salud en un país capitalista (Reino Unido). La primera revolución que se puede calificar de proletaria fue la Comuna de París (1871), la primera vez que el proletariado como clase toma el poder es en la Revolución de Octubre de 1917.
Un ejemplo más cercano. Grecia. El movimiento obrero griego se encontraba en el momento de la caída de la Unión Soviética (1991) en una situación similar a la de España. Han tenido que pasar 20 años de acumulación de fuerzas para que exista un movimiento sindical potente y con capacidad de cambiar las cosas. Y a pesar de todo llevan “tropecientas” huelgas generales desde que estalló la burbuja financiera.

Nota final

CC.OO. y UGT anuncian movilizaciones “ascendentes” a partir de ahora. Hay un clamor desde gran parte de la izquierda por la convocatoria de Huelga General. Estando de acuerdo en la importancia y utilidad de la huelga como arma de lucha de los trabajadores para arrancar derechos a la patronal, lo cierto es que el movimiento obrero en España no goza de la mejor salud, es preciso un programa de movilización y concienciación previo que permita acumular las fuerzas necesarias para que la huelga (o las huelgas) sea un éxito.
Por otra parte, en el seno de los sindicatos mayoritarios debe abrirse un debate sobre la situación y analizar las causas internas que nos han llevado a esta situación de debilidad. Si algo ha quedado claro desde el “giro” de Zapatero en el 2010 hasta hoy, es que los sindicatos mayoritarios no cuentan con la fuerza necesaria para responder en la calle a los ataques de la patronal y sus gobiernos. ¿Tendrán algo que ver en esto los 20 años de sindicalismo de concertación?. O dicho de otra manera, preguntas para los afiliados y cuadros de los sindicatos mayoritarios: ¿Está en mejor situación hoy la clase obrera española que en 1991? ¿Tiene más fuerza “real” (no otorgada) el sindicalismo de clase? ¿Se han cumplido las promesas de los que aseguraban que había que apostar por la concertación y el pacto social como estrategia para conseguir mejoras para los trabajadores?
Por último, sobre los sindicatos alternativos. ¿Tiene algún sentido el que unas cuantas organizaciones pequeñas pero muy combativas, algunas muy influyentes en su sector, que en general defienden las mismas propuestas sindicales, no hayan dado el paso de federarse y crear una organización estatal? ¿No permitiría esto tener una mayor presencia en el ámbito institucional? ¿No serviría esto para presionar hacia la izquierda a los sindicatos mayoritarios?